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Declaración de Tegucigalpa

Plataforma Latinoamericana y Caribeña Jubileo 2000

Tegucigalpa, 27 de enero de 1999

¡Sí a la Vida, No a la Deuda!

La deuda externa del llamado Tercer Mundo, por su exorbitante monto y velocidad de crecimiento, por el empeoramiento de sus condiciones, excluye de desarrollo económico y social a cuatro quintas partes de la población mundial. Esta deuda es expresión directa del injusto orden económico internacional, resultado de la larga historia de esclavitud y explotación a la que han sido sometidos nuestros pueblos.

La deuda externa de América Latina a mediados de la década del '70 ascendía a unos 60 mil millones de dólares, en 1980 a 204 mil millones, en 1990 era de 443 mil millones de dólares y se calcula alcance en 1999 alrededor de 706 mil millones de dólares, que requerirían de unos 123 mil millones para el pago de su servicio. Sólo por el concepto del servicio de su deuda externa, la región pagó entre 1982 y 1996 la cantidad de 739 mil millones de dólares, es decir, una cifra superior que la deuda total acumulada.*

En estas circunstancias, la deuda externa ha sido y es impagable, ilegítima e inmoral.

Es imposible de pagar, matemáticamente no hay fórmula para hacerlo. Dos décadas completas de refinan-ciamientos imposibles de cumplirse por parte de los países en desarrollo lo demuestran fehacientemente.

Es ilegítima porque se originó en buena medida por la decisión de gobiernos dictatoriales, no elegidos por el pueblo, y también de gobiernos formalmente democráticos pero corruptos. La mayor parte de ella no se usó en beneficio del pueblo al que hoy se pretende obligar a pagar.

La deuda es también ilegítima porque creció al amparo de tasas de interés y condiciones de negociación impuestas por los gobiernos y bancos acreedores, que negaron reiterada y abusivamente el derecho de asociación de los gobiernos deudores, mientras que ellos lo hacían a través de verdaderos sindicatos de acreedores (Club de París, Comité de Gestión) y respaldados por la coerción económica del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. La consigna era clara y determinante: ustedes negocian solos, nosotros negociamos en masa.

Es inmoral pagar la deuda externa, además porque para hacerlo los gobiernos de nuestros países tienen que destinar un altísimo porcentaje del presupuesto del estado, afectando principalmente los programas sociales, los salarios de los trabajadores y trabajadoras, generando desempleo y afectando gravemente el funcionamiento de la economía. Existe una enorme deuda social en la salud, educación y nutrición del pueblo. Los Estados gastan hoy 60% menos por habitante que en 1970. Por otra parte, el tratar de aumentar las exportaciones conduce a sobreexplotar nuestros recursos naturales en forma tal que se afecta más y más elequilibrio ecológico de nuestros territorios y se pone en peligro la vida misma de las futuras generaciones.

La deuda es justificación además, para mantener las políticas neoliberales que constituyen un sostenido mecanismo de dependencia mediante los conocidos ajustes estructurales.

Las operaciones de rescate efectuadas por los acreedores, con el concurso del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, hasta la iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC), sólo han servido para garantizar la continuidad de los mecanismos de endeudamiento.

Desde el punto de visto jurídico, insistimos que la legislación internacional y nacional sobre la deuda en gran parte no cumple su función principal de garantizar la convivencia pacífica. Normas jurídicas que atentan contra ese objetivo supremo de la ley, obran en contra del interés general, ponen en peligro la paz social y carecen por ende de una legítima razón de ser. Usura y anatocismo (cobro de intereses sobre intereses) deben ser prohibidos. Prácticas monopólicas de los bancos, de las instituciones internacionales y de gobiernos del primer mundo son ilegales, tanto como la negación de la libre asociación de los países endeudados. Corrupción sistemática y casi legalizada, la fuga de capital y los "paraísos fiscales" forman parte integral de los problemas jurídicos en cuanto a la deuda externa.

El Jubileo en la Biblia (Lev. 25) busca restablecer la justicia entre acreedores y deudores, así como la paz y la armonía en la sociedad humana, la naturaleza y el universo; y eliminar la servidumbre que causaron las deudas.

A las puertas del nuevo milenio, tomando en cuenta la situación insoportable en que viven nuestros pueblos e inspirados en la enseñanza bíblica del Jubileo, ponemos en marcha la Campaña Latinoamericana y Caribeña Jubileo 2000, que se inserta en el movimiento internacional que promueve la anulación de las deudas de los países empobrecidos del mundo para el año 2000.

Jubileo 2000 Latinoamérica y el Caribe exige:

Anular, en el año 2000, la deuda inmoral e ilegítima de los países del tercer mundo bajo los siguientes principios:

Llamamos a los pueblos de América Latina, el Caribe y del mundo a generar nuevas relaciones de poder en todos los niveles de la sociedad, que garanticen la lucha permanente contra cualquier forma de injusticia, violencia y discriminación. Optamos decididamente por la Paz con Dignidad y Justicia.

¡No a la deuda, Sí a la Vida!

Coalición Latinoamericana y Caribeña Jubileo 2000

Integrantes fundadores en Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Venezuela

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