Los Derechos de los Pobres Amenazados





Febrero de 2001

Fernando Lugrís.
FEPP



Desde que asumió la Presidencia Gustavo Noboa, el proceso de dolarización ha seguido su curso y junto a ésto la inflación ha continuado aumentando llegando al final del 2.000 al 100%. En estos dos últimos años la cifra de pobres en el Ecuador, según Unicef, ha llegado a ser el 70% de la población. Junto a ello, la inseguridad jurídica, la debilidad de las instituciones democráticas, la inestabilidad política y la plaga de la corrupción en todas las instancias ha colocado al país en un peligroso callejón sin salida.

Las nuevas medidas económicas decretadas por el Gobierno en el pasado mes de enero levantaron al pueblo indígena que progresivamente fue recrudeciendo su protesta con el cierre de vías y la concentración en Quito. Su lucha no es nueva, siguen sin ser reconocidos como ciudadanos. Usan del derecho a movilizarse para hacerse oir y respetar pues, cuando hay incremento de los precios de productos básicos, son los que más lo sufren.

Muchos en Quito oían pero no entendían, ni siquiera se pasaban por los alrededores de la Salesiana. Y es que la lucha indígena a veces parece que es sólo de ellos. Cuando llegaron a Quito se movilizaron una gran cantidad de policías para no dejarles instalarse en el parque de El Arbolito y entonces el padre salesiano Eduardo Delgado, Prorrector de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), abrió las puertas de su universidad en un gesto admirado por unos y criticado por otros; pero lo que sí es cierto es que puso en práctica la opción por los pobres y cómo la Iglesia debe estar cerca de los excluidos por encima de otros intereses.

El Gobierno Nacional demostró su torpeza para entender y también para acercarse al problema indígena. Se les criticaba de que son minoría y no tienen derecho a protestar por todos. El ser dos millones de ecuatorianos (16%), ¿acaso les quita derechos?, ¿su reivindicación no pide lo que todos queremos y protestamos? Siendo un grupo minoritario tienen más capacidad de lucha que el resto y su lucha no es sólo por sus intereses sino que han reivindicado los derechos de todos los pobres de este pais.

La presencia de los indígenas fuera de sus comunidades en todo el país sacó a la luz otra gran debilidad ciudadana: la falta de identidad y la mentalidad racista por parte de los mestizos. El no considerarlos con iguales derechos al resto de los ecuatorianos hace que hagamos diferencias y sale el desprecio, la marginación. Nuestra identidad está partida, por eso no nos identificamos con su lucha y nuestra capacidad organizativa es débil. Sólo cuando reconocemos de dónde venimos y lo aceptamos en nuestro interior, es cuando las barreras racistas desaparecen y nos ponemos en capacidad de escuchar y de acercarnos al otro.

Las organizaciones indígenas plantean un país pluricultural en donde se respeten las distintas nacionalidades. Esto no quiere decir que el Ecuador tenga que desintegrarse sino que cada grupo social tiene el derecho de ser considerado ciudadano sin privilegiar a unos por encima de los otros. Mientras esto lo sigan desconociendo nuestros gobernantes y el pueblo en general, nunca llegaremos a entendernos. El Estado no puede fomentar el racismo sino que de debe apuntar a la unidad donde todos y todas podamos vivir nuestras diferencias y lo hagamos respetándonos.

Los indígenas en el proceso de diálogo con el Gobierno demostraron que tienen propuestas concretas para sacar al país adelante con un sentido nuevo de la vida. En la Salesiana reflejaban coraje, firmeza y alegría a la vez y es que ahora ya son la fuerza moral del país porque creen y tienen fe en su país y saben soñar en un mundo mejor para todos.






 
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