Con Blanca Chancoso: Reflexiones en Desencanto





Quito, 26 de junio de 2001.


Segundo piso del edificio de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) en Quito. Una oficina más bien modesta pero cómoda, es el punto de encuentro con Blanca Chancoso, una de las más importantes líderes del movimiento indígena de Ecuador y la más activa y contestataria vocera de su Organización en los diálogos con el Gobierno. Su liderazgo se deja traslucir en la cantidad de llamadas telefónicas de ONG´s, líderes políticos y embajadores, que en un comienzo interrumpen la concertada conversación y en la interminable lista de correos electrónicos que está desplegada en la pantalla de su computador o en las personas que esperan en la antesala para reunirse con ella. Hace un alto para dedicar por entero el tiempo asignado a la reunión con Altercom: "Las mesas de diálogo son una instancia que se da dentro del levantamiento de febrero, es una acción más de este movimiento". Primera vez que esta perspectiva de la negociación sale a luz.

Es una lectura totalmente distinta de la que maneja el Gobierno para quien las mesas de diálogo son la fórmula con la que se logró sofocar el masivo levantamiento indígena de hace unos meses y, de ninguna manera, parte de él; mesas que de otro lado están destinadas a tratar asuntos que no vayan a cuestionar los lineamientos políticos, ideológicos o estratégicos del régimen.

Así lo ratificaron las declaraciones de altos funcionarios gubernamentales cuando se molestaron que los indígenas cuestionen el envío al Congreso Nacional de ley para incrementar al 14% el IVA. "Ellos no van a cogobernar, son un grupo de ecuatorianos respetable, pero nada más", acotaba algún funcionario público molesto por la intromisión de los indígenas en asuntos de política financiera.

"No hay transparencia de parte del gobierno. Ellos firmaron un acuerdo con 23 puntos. Para firmar ese acuerdo se dio la negociación. Ellos quieren seguir negociando. El momento actual es para operacionalizar estos acuerdos. Quieren enredarnos con ofrecimientos de orden inmediatista y leguleyadas", explica Blanca Chancoso

Y así es. Los avances, según el Ministro de Gobierno son evidentes: por ejemplo en las mesas de diálogo se avanza sobre el precio del pasaje de los transportes. Lo que no explica es que el gran avance consiste en que los transportistas cobren de acuerdo a la "tarifa oficial". Si solamente ésto sucediera habría una significativa disminución en los costos. Suposición absolutamente inocente cuando sabemos que el presidente gobierna con los transportistas que se oponen a esta medida.

"También hemos tenido discusiones duras sobre las indemnizaciones y sobre el Plan Colombia. En este último punto hemos logrado que el gobierno acepte que su política ha permitido el involucramiento del país en esa estrategia guerrerista.

Hemos exigido la defensa de la soberanía y la no ingerencia en asuntos de otros países, así como la salida de los Estados Unidos de la Base de Manta, con la consiguiente anulación del acuerdo y el desmantelamiento de puestos militares. En definitiva exigimos neutralidad a favor de la paz".

Esta negociación se basa en el punto 16 del acuerdo en el que el Gobierno se comprometió a no admitir la regionalización del Plan Colombia ni a involucrar al país en un conflicto ajeno. Fue otra falacia más si escuchamos las actuales declaraciones del Canciller y "Presidente" del ALCA Heinz Moeller en torno a los recursos mercenarios que supuestamente llegarán al país gracias al Plan Colombia y al entusiasmo con que defiende la "Iniciativa" Andina pensada en Norteamérica.

Así se sucede una cronología de negociaciones sobre diferentes temas. Acuerdos mínimos, avances lentos, decreciente interés de la prensa por cubrir el proceso de conversaciones: el levantamiento de febrero se disuelve poco a poco. La memoria de los rostros curtidos por el sol y marcados por el hambre que invadieron Quito se va esfumando.

Llega nuevamente la modorra. A pesar de la preparación de documentos, de la capitalización de la experiencia, del avance técnico de las argumentaciones, del esfuerzo organizativo por cubrir adecuadamente todos los temas por parte de las organizaciones sociales. Y con la modorra llega también el desencanto por parte de los comunes ciudadanos que dejaron sus casas y chacras para exigir dignidad, para jugarse la vida y para los dirigentes que, como Blanca, han puesto toda su capacidad y su entrega: "Una se siente decepcionada por la resistencia del gobierno para simplemente aceptar lo acordado. Pero persistimos porque es importante demostrar a la ciudadanía y evaluar sobre la real apertura que este sistema da a los planteamientos democráticos de las organizaciones y su necesidad de mejorar la situación política y económica del pueblo".

"Queremos desenmascarar la tan mentada gobernabilidad", continua Blanca, "de cómo está actuando el gobierno, para quiénes gobierna, hacia dónde se dirigen sus intereses y enfilan sus políticas. Sí tenemos algunos avances, pero nada substancial. No se llega a discutir y peor a cuestionar las formas de poder, los temas estructurales. Nosotros hemos logrado visualizar la direccionalidad de las políticas de Estado".

Duras y fundamentales reflexiones. ¿Aspiración o realidad? . Entraron al juego con cancha marcada. Las reglas las puso el poder constituido aunque no estuvieran de acuerdo. Los acuerdos, los papeles firmados, las palabras y las sonrisas forzadas, los apretones de mano tienen un límite inmediato: sofocar la protesta.

Pero los pies descalzos y rajados sobre pavimentos urbanos, las manos alzadas, los ojos de esperanza, también tienen un límite. ¿Será esa la estrategia adecuada?, ¿será el diálogo intrascendente, al fin, el camino para conquistar la dignidad en la vida? ¿Será el levantamiento, sin objetivo de poder, el adecuado?

Valdría la pena, entonces, hacer un alto y reflexionar en profundidad sobre los intersticios, que se cree que existen, y que deben ser aprovechados en el sistema. Sobre el respeto a las reglas de juego impuestas con ganadores prefijados. Sobre el temor a caer en la irreverencia y desconocer las estructuras y sus mantenedores corruptos. Sobre la necesidad de un cambio real y no de un arreglo cosmético. Sobre la soberanía, la independencia, la libertad, la justicia, la distribución de la riqueza, como elementos substanciales de la constitución de un Estado. Sobre el ser humano como fin y no como medio. Sobre la urgencia de construir un país más justo y más humano.


¿Hasta cuándo nos dejamos gastar el tiempo?


Altercom






 
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