La construcción del oleoducto de crudos pesados es un delito




Fuente: Altercom, agencia alternativa de noticias

Quito, 18 de febrero de 2002




" En su gobierno nos endosaron la construcción del OCP junto al Plan Colombia. De un lado llegaron los vientos cargados de glifosato que nos enferman y el miedo y la militarización del sector; y de otro, llegaron los ingenieros, abogados y contratistas de ese fantasma que se llama OCP "



Señor Doctor Gustavo Noboa Bejarano
Presidente del Ecuador
En su despacho




Señor Presidente:


Yo soy Adela López, ciudadana ecuatoriana al igual que usted. Soy de ese grupo de ecuatorianos que con enorme esfuerzo estudiamos una carrera y que cuando la concluímos no tuvimos donde ejercer nuestra profesión. Y soy también de ese gran número de ecuatorianos que creímos en el país y no nos fuimos.

Hace 17 años decidí quedarme aquí. Me fui a la AMAZONIA ecuatoriana, no al Oriente, armada de un machete y de ilusiones. Allí desbrocé el monte, me curé de una mordedura de culebra, me inventé toldos para evitar a los mosquitos que distribuían el paludismo ante la indiferencia de las autoridades sanitarias, parí dos hijos y allí, en esa selva, los eduqué siendo su propia maestra, sobreviví junto a mis coterráneos al terremoto de 1987 y reconstruimos, entre todos y con la cooperacion del PNUD, 4 centros poblados.

Junto a mi compañero construímos nuestra cabaña, sembramos lo que era sustentable para no destruir esa naturaleza a la que aprendimos a amar, buscamos formas de comerciar y puedo decirle, que llegó un momento en que hasta nos sentimos afortunados. Eramos los cuatro parte ya de ese país desconocido y olvidado, de esa mitad del territorio ecuatoriano de la que sólo se sabía que tenía petróleo o era el escenario de una guerra con Perú.

En su gobierno nos endosaron la construcción del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) junto al Plan Colombia. De un lado llegaron los vientos cargados de glifosato que nos enferman y el miedo y la militarización del sector; y de otro, llegaron los ingenieros, abogados y contratistas de ese fantasma que se llama OCP. Nos ofrecieron "miles de puestos de trabajo", "escuelas, centros de salud y negociación justa" a cambio de nuestras tierras, de la selva y de agotar el petróleo ecuatoriano.

Las autoridades cantonales, con excepción de Máximo Abad, les creyeron. Algunos "miramos y esperamos". Y algunos nos comenzamos a organizar. Otros aceptaron sus ofertas: "les daremos CIEN MILLONES DE SUCRES por su finca señor talŠ " dijeron a algunos campesinos que desde que comenzó la guerra al norte no habían visto un billete de 50.000 y creyeron que era mucho dinero. No les hablaron en el lenguaje de su logro, señor Presidente. No les dijeron que les darían CUATRO MIL DOLARES.

Primer engaño, ¿verdad?. El segundo engaño vino cuando entregaron los cheques en los que constaban cantidades menores a las ofrecidas. Y fue bastante menos, porque a los señores de la OCP, después de la reunión, les pareció que para un pobre campesino amazónico "era suficiente" 10 centavos de dólar por metro cuadrado de pasto, por ejemplo.

Sí señor, 10 centavos de dólar por metro cuadrado de pasto, mientras en Lago Agrio pagaron 2 dólares por la misma cantidad; y por la muerte de un árbol frutal (arazá, naranja, guayaba, tomate, etc.) en plena producción, quieren pagarnos 25 dólares.

Tal vez usted dirá que a la final las partes llegaron a un acuerdo, a lo que yo le añadiría, que cuando uno se muere de hambre todo sirve. Que cuando el quintal de café lo están comprando los intermediarios a 1 dólar (US$ 1), y cuando la caja de naranjilla está a 2 dólares, o cuando no se vende el plátano, o cuando las papayas nos compran a 15 centavos y el resto de frutas se pudren porque simplemente NO HAY DINERO PARA COMPRARLAS, el hambre se apodera de NUESTROS hijos y se acepta cualquier centavo.

Soy parte de ese pueblo hambreado señor Presidente, pero no sucumbí y quise llegar a acuerdos de dignidad y de respeto a nuestro trabajo y a nuestra vida. Pedimos reuniones con los representantes de la OCP y sus contratistas: se burlaron de nosotros. La señora María de los Angeles Mantilla, la misma que en el gobierno de su amigo y antecesor y en el suyo propio, asesoraba en comunicación a la Presidencia de la República, amenazó con tomar retaliaciones contra cualquier insatisfecho reclamante. Y cumplió.

Presionaron en el Banco de Fomento, con el que mantenemos una deuda que debía vencer en el año 2006, y lograron que saquen a remate nuestra finca en el año 2001. El único oferente "comprador" de nuestra propiedad fue la inefable OCP a través de un testaferro. Ante el poder y la prepotencia no nos quedó más que pedir préstamos, vender vacas y un pedazo de la finca, para pagar al Banco de forma adelantada nuestro crédito y 11 deudas ajenas sobre las que habíamos dado nuestra garantía. Teníamos que salvar nuestra pequeña propiedad antes de pensar en reclamar semejante atropello.

Luego del fallido intento de apropiarse de nuestra finca, "desconocidos" dispararon a nuestra casa, en la que, afortunadamente no estuvimos y no morimos. Luego entraron a nuestra propiedad sin ninguna autorización, pusieron hitos, rompieron las alambradas, causando la muerte de dos cabezas de ganado, desviaron el ojo de agua que servía a nuestra propiedad y enlodaron las piscinas, matando los peces y los alevines. De todo esto se da fe en un peritaje técnico.

Por fin, se apropiaron de nuestro transformador de luz para realizar sus trabajos. Para no parar las obras, encienden por las noches y madrugadas (de 6pm a 5 am), 4 reflectores de miles de wats. De la selva de la Reserva Natural de la zona, como por el ducto de una aspiradora, vuelan millones de insectos, de infinitos tamaños, formas y colores, que viajan hasta 2 kilómetros a la redonda, para caer muertos a los pies de los reflectores y máquinas de la OCP. No se decirle cuántas especies están desapareciendo todas estas fatídicas noches La señora Ministra de Ambiente, ¿es cómplice de esta masacre y exterminio de especies?

Acudimos a las autoridades judiciales de la Provincia de Sucumbíos, cantón Nueva Loja. Acogieron nuestra denuncia y convocaron a las partes. Nosotros llegamos. Ellos no. Fueron tres llamados. El señor Intendente de Policía de Sucumbíos, luego de haber constatado la rebeldía, expidió boleta de captura contra el señor Raymond Kohut, gerente de la OCP. A esta diligencia legal no se le dió ningún trámite, pues en el país no existe ministro de gobierno, ni autoridad que puedan ejecutar una orden judicial contra los prepotentes que manejan los negocios de la OCP. Días después (¿casualidad?), se intentó asesinar al señor Intendente y a su familia, hecho del que dio cuenta la prensa nacional. También, "coincidencialmente", nuestro abogado fue asaltado por "delincuentes comunes", siendo trasladado a Quito para recibir atención médica, pues existía peligro de que pierda su ojo.

Con todo ello nos llamaron a una nueva reunión en la ciudad de Quito el día martes 22 de enero del 2002, dizque para "arreglar el conflicto". El Dr. Esteban Silva nos recibió en su calidad de representante de la compañía. Con él llegamos a un acuerdo, pero inmediatamente fue "desautorizado por los jefes". La reunión era una maniobra, pues mientras estuvimos en Quito y aprovechando de nuestra ausencia, las Fuerzas Armadas Ecuatorianas y la Policía Nacional allanaban nuestra propiedad. La OCP había realizado silenciosamente los trámites de expropiación, sin que los afectados, es decir mi esposo, mis hijos y yo, hayamos tenido ningún conocimiento sobre el particular.

Todo este largo relato lo hago, señor Presidente, para exigirle a usted que defienda los intereses de los ciudadanos ecuatorianos que, como los de mi familia, están siendo pisoteados bárbaramente por los extranjeros y sus empleados. Defendernos es su función principal y yo le demando que cumpla su obligación constitucional con los ecuatorianos: que garantice la propiedad privada de nuestra familia; que ordene la investigación de los atropellos que denuncio, incluídos los atentandos criminales, y que nos diga las identidades de los autores de esos atentados; que identifique con nombres y apellidos a los autores de los allanamientos; que exija a la OCP que respete las leyes del Ecuador, por encima de los compromisos a los que usted puede haber llegado con la misma OCP y que ordene al Ministro de Gobierno que ejecute la boleta emitida por el Intendente de Sucumbíos. El contrato de construcción no implica que usted les haya vendido el País y los derechos constitucionales de la Ciudadanía.

Quiero también que explique a la Nación desde cuándo nuestras Fuerzas Armadas y la Policía han pasado a ser guardias privados de la OCP. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional reciben sus salarios del estado ecuatoriano, es decir de nuestras contribuciones y deben velar por nuestros intereses. Que la OCP contrate y pague su propio cuerpo de seguridad y que éste trabaje en el marco de las leyes de la República.

Por último le responsabilizo a usted, directamente, como Presidente de la República, por la vida y la integridad personal de mis hijos Ernesto y Camilo Alcívar López, de mi marido Nelson Alcívar, de mi persona y de los integrantes de la Red Amazónica de Afectados por el OCP. Ahora estamos más convencidos que antes de temblar por las amenazas, defenderemos nuestra finca y nuestros derechos. Allí están 17 años de vida, de trabajo, de recursos y de sueños, todo nuestro futuro y el de mis hijos. Nosotros amamos esa propiedad, esa selva y esa región de la Patria y por eso se da la vida, señor Presidente.

Para entregarle los documentos que sustentan mi denuncia y mi demanda, le solicito mantener una reunión personal. Ésta puede llevarse a efecto en su despacho o, para que constate cómo vivimos los amazónicos, puede realizarse en mi finca, Km. 72, vía Lago Agrio. Allí me sentiré gustosa de compartir con usted la comida diaria de mi familia: un plato de yuca y un jarro con agua de panela y queso.

Las próximas 48 horas estaré en la ciudad de Quito esperando su respuesta en el teléfono 26 47 430, pues en mi humilde casa no tengo la suerte de tener, tampoco, ese servicio elemental.

Confío en que usted, señor Presidente, preste oídos a mi solicitud, pues la reunión (entre usted y yo) va por que va y mi voz se escucha porque se escucha.

Atentamente,


Adela López
Madre de familia, Mujer y Campesina Amazónica Ecuatoriana
C.I. 170496741-1






 
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