ALCA versus desarrollo en el agro





Sally Burch, Servicio Informativo Alai-AmLatina

Quito, 30 de octubre de 2002




En el Panel sobre ALCA y Agricultura, realizado en la tarde del martes 29, en el marco del Encuentro Internacional: Otra América es Posible, en Quito, dirigentes del sector del campo y analistas dieron cuenta de lo que está significando la imposición de una política que favorece únicamente a los grandes productores y empresas agropecuarias, cuyo impacto se intensificaría si se aprueba el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Peter Rossett, co-director de Food First de EE.UU., habló de la estrategia que ese país busca implementar con el "farm bill" (ley agrícola) de EE.UU., aprobado este año, que aumentó los subsidios a la agricultura nacional en 80% (de 30 mil millones al año, a unos 54 mil millones). Esta medida, explicó Rossett, es parte del modelo estratégico que EE.UU. viene desarrollando desde hace 30 años, en estrecha convergencia con los intereses de las grandes empresas transnacionales de su país.

En 1973, el gobierno Nixon elaboró una estrategia de recuperación de su dominio comercial mundial, frente a la competencia europea, basada en tres ejes: el mercado de armas, las patentes, y el agro, especialmente los granos básicos. Para el agro, adoptó una política de precios bajos, mediante subvenciones a los productores, para que puedan vender por debajo del costo de producción a las grandes multinacionales exportadoras como Cargill y ABM. Al mismo tiempo, presionó para que los demás países abran sus mercados a estos productos. Las instancias encargadas de lograrlo fueron inicialmente el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), con las políticas de ajuste estructural. Pero en los últimos años, los mecanismos para asegurar la apertura de los mercados a los productos norteamericanos son sobre todo los acuerdos comerciales internacionales, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los que se adopten en el marco del GATT y la Organización Mundial del Comercio (OMC) y ahora el ALCA.

Gracias a ello, el maíz estadounidense llega a América Latina a un precio 20% menor al costo de producción, y el trigo a la mitad de su precio. Por ello, América Latina prácticamente ha dejado de producir trigo y su maíz no puede competir.

Las compensaciones que EE.UU. paga a sus productores se dirigen en el 97% a los productores más grandes. En nada favorecen a los pequeños productores agrícolas de ese país, que al ritmo de 2000 familias por semana, tienen que abandonar la agricultura por incapacidad de pagar los créditos de la banca, y se desplazan a las ciudades donde inflan los barrios pobres.

Rosset estima que detrás del reciente incremento de los subsidios, podría haber la intención de EE.UU. de contar con un anzuelo para obligar a los demás países a abrir más sus mercados, a "cambio" de volver a colocar los subsidios en su nivel anterior. Para este analista, la meta de los pueblos debería ser quebrar a los monopolios. Si bien EE.UU. cuenta con sus propias leyes antimonopolio, internacionalmente no existe ningún control de ese tipo. Considera que debe haber mecanismos para prohibir lo que ocurre actualmente, o sea que haya empresas que controlan hasta el 70% del mercado mundial de ciertos productos.


Estrategias de lucha

Joao Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra de Brasil, (miembro de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo -CLOC- y de Vía Campesina), habló de la lucha contra el ALCA en Brasil y América Latina. Destacó que el ALCA es un "plan estratégico del imperio", hecho que las organizaciones del campo de la región tardaron en reconocer; pero que desde el año 2000 han comenzado a movilizarse en torno al tema. Su prioridad debería ser crear comités locales contra el ALCA en todas las comunidades, subrayó.

Sin embargo, todavía hace falta tomar mayor conciencia de la gravedad de la situación, dijo. Al respecto, resaltó la Consulta Popular que se realizó hace poco en Brasil, que no solo permitió que 10 millones de personas se pronuncien respecto al ALCA, sino que en 10 millones de domicilios se debatiera el tema; o sea, tuvo un gran valor pedagógico. Este debate no se está dando en la prensa.

Entre los desafíos que enumeró para el desarrollo de la Campaña Continental contra el ALCA, destacó la necesidad de vincularla con la lucha contra la OMC, lo cual implica construir un movimiento mundial, estableciendo relaciones de solidaridad con Asia y África.

El dirigente campesino y diputado mexicano, José Narro, de la organización CNPA (miembro de CLOC/VC), dio cuenta del impacto del TLCAN, desde su introducción en 1974, en México, donde el número de pobres se ha más que duplicado. Hoy en México hay 65 millones de pobres, de los cuales 30 millones sobreviven en condiciones de extrema pobreza. La agricultura mexicana se la volcado hacia la exportación y ahora el país debe importar 40% de sus necesidades alimentarias. Y sin embargo, México tiene pocas posibilidades de competir en los mercados agrícolas porque EE.UU. abre y cierra sus mercados según sus propias conveniencias, contó Narro. Se ha alentado a México destinar tierras a la producción para la exportación, y luego no encuentra mercados. Por ejemplo, en los casos del aguacate o del tomate, EE.UU. cierra sus fronteras cada vez que hay sobreproducción interna.

El indígena maya Juan Tiney, dirigente de la CONIC de Guatemala, hablando a nombre de la Secretaría Operativa de la CLOC, denunció que 340 de los 800 millones de habitantes en Américas viven hoy en la pobreza, a la cual se está sumando incluso la gente de clase media. Señaló que el analfabetismo es "una política para que no conozcamos nuestros derechos" y que los gobiernos no quieren que las poblaciones sepan sobre el impacto que tendrá el ALCA. Por ello, subrayó que es responsabilidad de los dirigentes sociales informar a sus bases al respecto.

Enfatizó en la necesidad de ser más consecuentes, ante contradicciones como el hecho de que seguimos consumiendo productos de empresas multinacionales, en lugar de valorizar la producción nacional y sobre todo la de los pequeños productores. Rechazamos los transgénicos pero no percibimos que ya los estamos consumiendo, afirmó. Destacó asimismo que la desmilitarización es otra tarea que no está desligada de la lucha contra el ALCA.







 
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