Ecuador: No es más de lo mismo, sino más de lo peor





Alberto Acosta

Diario Hoy.
Quito, Ecuador. 5 de febrero de 2003.




El gobierno del coronel Lucio Gutierrez, en un tiempo record, impuso su esquema económico, que no presenta ninguna novedad. Es más de lo mismo: alza de precios y tarifas de bienes públicos, más impuestos y, como siempre, un par de parches sociales. Si se recuerda los sucesivos ajustes, se constata que el eje del renovado ajuste busca nuevamente satisfacer las exigencias del FMI, o sea las demandas de los acreedores de la deuda externa. No es un programa económico soberano, aprobado consensuadamente casa adentro y puesto recién entonces en consideración del FMI. No. La velocidad con que se aprobará la décima Carta de Intención de los últimos 20 años demostrará apenas el grado de sumisión del gobierno frente al FMI y confirmará la existencia de un programa económico elaborado de antemano por un grupo de economistas ortodoxos y conservadores, que no coincidía con las propuestas de campaña del candidato triunfador, que había ofrecido buscar un nuevo rumbo para la economía, ahorrándole al país dolorosos ajustes.

Las políticas del FMI son contractivas y agravan la situación del país antes que aliviarla, lo sabemos hasta la saciedad. Los ajustes fiscales en momentos de recesión aceleran la caída de la economía. Ni siquiera su correcta aplicación es garantía de éxito. La evidencia muestra resultados muy pobres en América Latina o Asia, no se diga en Ecuador. Esperar que, porque el coronel sea el presidente y porque los ponchos le sostienen, va a cambiar la lógica y los resultados del ajuste del FMI, es como esperar que Drácula se vuelva vegetariano...

El ajuste del coronel, sin embargo, plantea nuevas preocupaciones. Al haber desechado las propuestas innovadoras existentes, marginó la posibilidad de construir una alternativa y condenó al país a la repetición de un libreto conocido. Pero lo grave no es que se está frente a más de lo mismo. El contenido inflacionario del nuevo ajuste golpeará aquellos sectores que ya han perdido su competitividad y que sufren duros embates por una creciente competencia externa, al tiempo que restará la capacidad adquisitiva de las mayorías. Algo nocivo en una economía dolarizada, que ha sido ajustada y reajustada hasta el cansancio. Mientras que su contracara recesiva frenará la actividad de la economía, que continuará dependiendo de los vaivenes de la lotería del petróleo, cuyas fluctuaciones en este año estarán directamente atadas a los caprichos imperiales de Washington. Y, lo que es más grave, en la actualidad muchos sectores sociales, que fueron protagonistas de la resistencia contra los ajustes del FMI -tema que también alentó las movilizaciones de un 5 de febrero, hace exactamente seis años, contra Bucaram- y que a la vez aparecían como los potenciales portadores de propuestas alternativas, al estar involucrados en el nuevo gobierno o al desayunar con el coronel, están avalando su gestión fondomonetarista.

Esto, como es fácil comprender, debilita la posibilidad de construir opciones diferentes de política económica, incluyendo una salida ordenada de la trampa cambiaria. En suma, desde esta perspectiva, no se está frente a más de lo mismo, sino frente a más de lo peor... Es una pena que tan pronto se cierre la puerta a la esperanza.



Fuente: http://www.lainsignia.org







 
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