Entre Rodrigo Paz y Paco Moncayo... ¿Se abre paso una tercera candidatura?

Kintto Lucas

Quincenario Tintají, nº 42

Quito, 30 de abril de 2004

 

En julio de 2002 escribía en Tintají sobre la necesidad de la izquierda centroizquierda y los distintos movimientos sociales ecuatorianos de conformar un Frente Plurinacional Social y Político para enfrentar las elecciones y otros desafíos que se acercaban a nivel político. Entonces señalaba que las encuestas que mostraban "a Alvaro Noboa y León Febres Cordero como los candidatos con mayor intención de voto carecían de veracidad porque estaban basadas solamente en poco más del 20 por ciento del electorado que más o menos creía saber en quién iba a votar. Y argumentaba que "con la presentación oficial de las diversas alianzas y candidaturas, el escenario electoral cambiará mucho, llevando a que la izquierda y centro izquierda puedan estar definiendo en la segunda vuelta aunque algunos/as no lo crean".

Hoy, seis meses antes de las elecciones para alcaldes, prefectos, concejales y consejeros, según las encuestas se repite el cuento de la polarización entre dos candidaturas, Paco Moncayo y Rodrigo Paz, para la alcaldía de Quito. Nuevamente tenemos que salir desde Tintaji a decir que se equivocan. De acuerdo a una investigación cualitativa realizada por el quincenario, si los sectores de izquierda y los movimientos sociales se unifican sin exclusiones, con dos candidaturas de peso para la alcaldía y la prefectura, y encabezan las listas a concejalías y consejerías con candidatos/as de trascendencia, podrían ganar la prefectura y crear graves problemas a Paz y Moncayo.

La exclusión de Paco Moncayo y la Izquierda Democrática de una posible alianza se debe a la imposibilidad de que ese sector acepte hacer un frente en el que por ejemplo vaya Moncayo a la Alcaldía y un candidato/a de otro sector a la prefectura. Eso ya ocurrió en las elecciones de 2000 y seguramente volverá a suceder, pero esta vez perderán el actual alcalde y la ID. A pesar de eso, es posible que exista algún sector o aspirante a candidato/a de izquierda o centroizquierda un poco despistado, que esté pensando en mendigar algún puestito de concejal o consejero, o tal vez alguna futura dirección zonal que poco o nada aportan en la construcción de un proyecto de largo alcance.

Descartada la posibilidad con la ID, lo que sería una lástima porque se supone que en cualquier frente de fuerzas progresista debería estar ese partido, si la izquierda quiere consolidar una buena actuación electoral que ayude a construir una fuerza unitaria hacia el futuro debería dejar de lado el sectarismo y participar con candidaturas conjuntas del Movimiento Pachakutik, el Movimiento Popular Democrático, el Partido Socialista y los distintos movimientos sociales que existen y que tienen en el movimiento indígena a su expresión más importante también en la provincia de Pichincha. Ese frente debería plantearse ir mucho mas allá de las elecciones, que son uno de los tantos medios para acumular fuerzas en un camino progresista. Asumir las elecciones como un fin en el que muchos/as pelean por un puestito de candidatos puede destruir a los movimientos sociales.

Según el estudio de Tintají, que se apoya en sondeos, en Pichincha un frente que unifique diferentes sectores podría tener candidatos con muy buena posibilidad como Eduardo Delgado, Wilma Salgado, Nina Pacari, Edgar Isch, Virgilio Hernández, María Eugenia Lima, Rafael Quintero, Napoleón Saltos, por ejemplo.

Dentro de esos nombres, la candidatura de Eduardo Delgado es la más sostenible a mediano y largo plazo y, dependiendo de las circunstancias, la que más puede crecer hacia futuro, lo que podría transformarlo en un buen candidato presidencial hacia 2006.

La candidatura de Wilma Salgado es tal vez la mejor a corto plazo, porque puede recoger los frutos de su labor inmediata anterior en la AGD mientras se mantiene su figura en el imaginario de los/as electores/as. Es una candidatura muy similar a la de Paco Moncayo en 2000, cuando recogió los frutos del levantamiento del 21 de enero de 2000.

La candidatura de Nina Pacari es la que tiene mejor proyección para lograr la Prefectura porque unifica lo urbano con lo rural, lo mestizo con lo indígena, lo local con lo global, además de recordarse positivamente su gestión como diputada y como ministra.

Edgar Isch mantiene una muy buena imagen de su gestión como ministro podría tener el apoyo directo de un importante sector social como los maestros y aparece como una figura de amplitud hacia los distintos sectores sociales con lo que consolidaría un excelente candidato a concejal. Algo similar puede ocurrir con Virgilio Hernández como posible candidato a consejero porque podría arrastrar votos rurales y urbanos de Pachakutik. En el mismo nivel aparece Napoleón Saltos y son muy interesantes las posibilidades de Rafael Quintero y María Eugenia Lima.

La posibilidad de una buena actuación electoral no depende solamente de lo individual, ya que las individualidades tienen consistencia dentro del colectivo unitario, dentro de una lista común en la que todos sean candidatos. Así demostrarían una fuerza capaz de ciertos desprendimientos como espera la gente, cansada de que lo electoral sirva para dividir a los sectores sociales y de que las elecciones no traigan ningún bienestar. La izquierda y centroizquierda se encuentran en una encrucijada. Con las elecciones se abren dos caminos: uno que podría limpiar la imagen de sectarismo y división de los sectores que integran la tendencia, y otro que los mantendría como fuerzas coyunturales que pasan escondiendo la basura bajo la alfombra sin visión de futuro.

 

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