Unirnos es la única manera de salvarnos

Alexis Ponce

Reportarqui, editorial radial (Radio Tarqui)

Quito, 21 de mayo de 2004

 

¿Sabía usted, estimado oyente, que si se unieran las empresas estatales petroleras de tres países de Latinoamérica (de Ecuador, PETROECUADOR; de Venezuela, PDVSA; y de Brasil, PETROBRÁS) esa empresa petrolera latinoamericana sería una de las empresas más poderosas del mundo, y que podría competir en producción, de igual a igual, con cualquiera de las trasnacionales "gringas" como la Texaco, o con los mismísimos árabes?

¿Conocía usted, querida oyente, que si se fusionaran, ni siquiera todos, sino apenas tres países latinoamericanos (Cuba, Brasil y Argentina) en el área de la salud, la medicina y la biotecnología, América Latina tendría la corporación farmacéutica más grande del planeta, con medicinas a precios populares de alcance mundial y con capacidad de competir, de igual a igual, con las transnacionales europeas y estadounidenses que hoy controlan el monopolio de la producción de medicinas del planeta, y que impiden criminalmente desde la década de los ochenta, el acceso barato a la cura para el Sida a millones de africanos y latinoamericanos?

¿Sabían ustedes, amigos oyentes, que si los pueblos exigiéramos que se unan las empresas aéreas de Ecuador, Brasil, Argentina, México y Venezuela, en una sola empresa (llamémosla por ejemplo "Líneas Aéreas de Latinoamérica"), sería ésta la más grande línea aérea del mundo, que podría rebasar a la Lockhed o a Airbus, y a las líneas aéreas de Alemania, Francia y EEUU?

Bien lo ha dicho un presentador de televisión ecuatoriano y latinoamericanista, que América Latina unida, incluso sería nación invencible en los campeonatos mundiales de fútbol desde su creación; y hasta con el mayor número de reinas de belleza de todo el planeta: las venezolanas, brasileñas, argentinas, colombianas, panameñas, cubanas y ecuatorianas, juntas, compitiendo por toda América Latina contra el resto del mundo, ganarían siempre el primer lugar y todos los puestos finalistas por abrumadora mayoría, en todos los certámenes de belleza.

No habría otra unión más poderosa y llamativa en el mundo, por encima de la Unión Europea y los EEUU, que la unión latinoamericana. Y es que ni el Ecuador, ni cada país de América Latina en solitario, podremos salir jamás de la crisis enorme que padecen nuestros pueblos, si no nos unimos. Y pronto. Esta tarea no es que está recién nacida o a fojas cero, sino que ya se viene avanzándola en muchos países, no es cosa de un loco idealista, sino un proyecto serio en el que venimos trabajando miles de hombres y mujeres en Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Cuba, Paraguay y los demás países.

Ya lo hizo la Unión Europea, ya lo hacen "los tigres asiáticos". Porque la experiencia histórica demuestra que son farsantes todos los que desde la derecha y la izquierda siguen hablando de "procesos nacionales", de que es posible salir de la crisis solitos a escala nacional, desde cada país por separado. Todo lo contrario: si seguimos desunidos, como ahora en las negociaciones del ALCA y los Tratados de Libre Comercio bilaterales, vamos toditos directo a la destrucción como países.

Acertadamente, el autor mexicano alemán, Heinz Dieterich, afirma que ni el gigante Brasil, ni la poderosa Venezuela, ni la gran Argentina, países con gobiernos distintos y dignos, podrán derrotar al imperio si siguen desunidos, si no unen al resto de naciones latinoamericanas en un frente común que negocie con la cabeza levantada ante los EEUU todos los temas del presente y del futuro.

Hoy tenemos una oportunidad única: el imperio más grande y poderoso de toda la historia, está sumido en la peor de sus crisis. Los EEUU, después de las fotografías horripilantes de los abusos cometidos por sus tropas en Irak, se hallan solos, como nunca antes, aislados, repudiados y con la desaprobación de todas las naciones de la Tierra.

Por eso debemos aprovechar las condiciones temporales de debilidad de ese imperio en el mundo (antes de que vuelva a fortalecerse) para constituir lo más pronto la unidad latinoamericana y dejar de ser "el patio trasero" como sus diplomáticos de finales del siglo XIX motejaron a nuestras tierras.

Si Dios lo quiere, a fines de mayo los presidentes de Argentina, Brasil y Venezuela juntos, darían a conocer en Buenos Aires a la comunidad internacional toda, la creación de PETROAMÉRICA, que por primera vez uniría a las corporaciones estatales petroleras de las naciones del continente y a la que pueden adherir el Ecuador y cualquier otro país petrolero de Nuestra América que piense primero en su pueblo y no en seguir solito, mendigando sobras al Fondo Monetario Internacional, que luego nos la cobran muy alto con la deuda eterna.

La noticia de la creación de PETROAMÉRICA, iniciativa de los presidentes Chávez de Venezuela y Kirchner de Argentina, no ha sido publicada en ningún medio masivo de comunicación del Ecuador, de América Latina y, obviamente, de los EEUU, porque precisamente eso es lo que los poderosos del mundo y de nuestros países quieren: Que nuestros pueblos no conozcan el potencial que tenemos si nos unimos. Latinoamérica unida, como lo quiso nuestro taita Bolívar, sería la potencia cultural, deportiva, productiva, educativa y humana más fuerte y hermosa del mundo, porque no sería una potencia bélica, ni se la conformaría para armar guerras en otros continentes, sino para ayudar a sus pueblos y al planeta entero a salvarse del fin.

Son mentirosos compulsivos quienes siguen diciendo al pueblo ecuatoriano, y los que en cada país dicen lo mismo a sus respectivos pueblos: que "se puede salir de la crisis", que puede haber "solución nacional" a la hecatombe económica y social que vivimos. La única manera de evitar la desaparición del "estado-nación" en Ecuador y el resto de países americanos, es uniéndonos, teniendo un proyecto de integración latinoamericana en la economía, la educación, la ciencia, la cultura, la información, la sociedad, la política, en el área militar y en los deportes.

El tiempo apremia. Es "hoy o nunca". Bolívar puede cumplir por fin su utopía, a través de nuestra unión. Debemos, por lo tanto, concluir el proyecto más ambicioso que, después del Libertador, pudo concebir Latinoamérica: poner fin a la hegemonía unipolar en esta parte del mundo.

América Latina tiene que saber que le cabe el honor de ya haberle puesto fin al llamado "fin de la historia". Nuestro continente, en permanente ebullición social, ha revivido las ideas más bellas y generosas de la humanidad, supuestamente muertas un remoto 1989 tras el derrumbe de la última piedra de un muro que fue europeo, no latinoamericano.

América Latina debe saber que le cupo la gloria de ser la autora de la irreversible derrota mundial del injusto y desgastado modelo económico llamado "neoliberalismo", y de su expresión política que es la democracia formal, la que también entró en crisis en los rincones del continente que ya echaron a andar. Hoy debemos unirnos y constituir un modelo económico propio, proteccionista, de integración estatal y ciudadana entre nuestros países, sepultando la corrupta democracia política y de las elites económicas, para avanzar hacia una democracia participativa.

Sigue vigente la lucha por el cambio en Ecuador y América Latina, porque lo que tenemos hoy nos lleva a la destrucción de la especie humana y de toda forma de vida. Sigue vigente la idea de alcanzar un mundo mejor y posible, porque éste que tenemos no funciona y no lo queremos. O amamos tanto a nuestro mundo, como para impedir que los buitres que nos mandan, lo aniquilen.

Sigue vigente la idea de la unión bolivariana a pesar de la desesperanza y las dudas. Sigue vigente como esa señora, compañera, ó (mucho mejor), mamita que queremos tanto y que se llama América Latina.

¡Que tengas buenas tardes, querido Ecuador!

 

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