Populismo autoritario

Diario El Hoy, edición digital

Quito, 10 de diciembre de 2004

 

El país presencia la puesta en escena de una estrategia populista de lucha política. Lo ocurrido entre la noche del jueves y la madrugada del viernes constituye una violación de toda norma constitucional y legal en nombre de valores políticos superiores. En este caso concreto, el valor superior es la lucha contra la oligarquía ecuatoriana, expresada en la figura de León Febres Cordero. La alianza populista que ha formado el Gobierno de Lucio Gutiérrez con el Partido Roldosista Ecuatoriano, el Prian y diputados independientes, tiene la racionalidad de ser una lucha contra el mal oligárquico del Ecuador. A esta santa cruzada, se han unido los partidos de izquierda, el socialismo y el MPD, cuya capacidad crítica y contestataria se mueve al vaivén de las contradicciones principales de cada momento político del país (y que son muchos y muy variados).

¿Hacia dónde va la política? Va hacia la desestabilización institucional propia del populismo, puesto que la lucha contra el mal oligárquico se justifica más allá de los límites de la Constitución y de la Ley (instrumentos de la misma dominación oligárquica). Históricamente, en el Ecuador, el populismo ha sido un factor de desestabilización política, que ha concluido con la salida del poder de quien funge como el salvador de turno. Velasco Ibarra fue el protagonista de esa historia durante 40 años, y en el último período democrático el puesto le correspondió a Abdalá Bucaram. ¿Es Gutiérrez un populista más? Sí y no. Ha levantado el discurso típico populista para justificar las arbitrariedades últimas en el Congreso. Ha radicalizado la lucha contra Febres Cordero, a quien no deja de golpear día a día. Pero a diferencia de Velasco Ibarra y de Bucaram, ha incorporado de manera clara, evidente, a las Fuerzas Armadas en toda su estrategia. Las Fuerzas Armadas han sido politizadas y convocadas a unirse a la gran cruzada. De la mano tanto del ministro de Defensa, aliado incondicional de Gutiérrez; como de los mandos, puestos allí por el presidente, las Fuerzas Armadas reviven su tradición antioligárquica para respaldar al régimen. La diferencia entre Gutiérrez y las anteriores experiencias populistas en el Ecuador es el claro signo autoritario de su estilo. Nos enfrentamos, pues, a un nuevo tipo de populismo: nos gustaría llamarlo un populismo autoritario. Su signo definitorio es la alianza explícita entre las Fuerzas Armadas, un coronel presidente, y las fuerzas populistas.

Lo que ocurra de aquí en adelante va a depender de dos factores: la capacidad de resistencia de las fuerzas que están siendo golpeadas por Gutiérrez -la ID, el PSC y Pachakutik- pero "sobre todo" de la capacidad del presidente para sostener la alianza con los partidos populistas y los militares. Los opositores están débiles, sin capacidad mayor de movilización, desplazados de todas las instancias constitucionales del poder. Del otro lado, el PRE tiene siempre fuertes intereses para estar en el poder, en especial porque desde allí podrá lograr su mayor objetivo político: el regreso del líder, del auténtico, del verdadero. Gutiérrez es apenas un aprendiz, un ex edecán. Y las Fuerzas Armadas van a ser contentadas con pequeñas dádivas de su ex coronel. ¿Y la ciudadanía? Verá la lucha de lejos, impotente y decepcionada, bastante asqueada.

 

[fuente]
http://www.hoy.com.ec/NoticiaNue.asp?row_id=192821

 

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