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De las cortinas de humo y las luchas fundamentales

Julián Quito

Quincenario Tintají, nº 64

Quito, 15 de marzo de 2005

El gran pensador marxista y dirigente del partido comunista italiano de los 20 del siglo pasado, Antonio Gramsci, creó un brillante método para distinguir, en la multiplicidad de acaeceres políticos de una coyuntura, los procesos orgánicos de aquellos secundarios que sirven para reacomodos de las fracciones dominantes, expresan errores políticos de las mismas o sirven como cortina de humo para ocultar los primeros. Gramsci entendía por aconteceres orgánicos aquellos que expresaban movimientos profundos de las estructuras económicas y de dominación.

La conversión de la escena política en simulacro y cortina de humo es una vieja treta del poder. Quizá el mayor ejemplo de ello haya sido el del escándalo Watergate usado como proceso de catarsis de la conciencia norteamericana, cuyo verdadero objetivo era paliar el efecto de la derrota de Vietnam escamoteándola mediante el escándalo político: fue suficiente que, años después, apareciera Jimmy Carter, pastor que comía cacahuetes y que confesaba que jamás había mentido, para que la catarsis culminara y terminara, a la par, el síndrome de Vietnam. Un análisis de la actual coyuntura nos muestra que la llamada crisis de gobernabilidad en torno a la Corte Suprema de Justicia es un suceso secundario que expresa los reacomodos de las fracciones dominantes y que, a la par, ha funcionado como una cortina de humo para facilitar las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), la subordinación político-militar a los gobiernos de Bush y Uribe, y la entrega de nuestros recursos -petróleo, agua, biodiversidad, ahorros de la seguridad social- a las grandes corporaciones.

El envío con el carácter de urgente de la llamada "Ley Topo" es una evidencia de ese mecanismo. Remitida al Congreso, en el marco de la gran borrasca por el asunto de la Corte, la Ley Topo pretende eliminar las restricciones a las inversiones petroleras, afianzado el control de las grandes corporaciones multinacionales sobre nuestra principal riqueza natural, crear las Aseguradoras de Fondos de pensiones para transferir al gran capital los ahorros de los trabajadores -convertir el fondo de salarios en fondos del capital, en términos de Marx-, facilitar la privatización de nuestros recursos, agua y electricidad, y convertir el trabajo en eventual, eliminando toda estabilidad, imponiendo en todo el Ecuador el llamado "trabajo basura". La Ley Topo tiene su propia cortina de humo: el impuesto a las cervezas para que los congresistas de la derecha puedan vetarlo y así encubrir la aprobación de los puntos fundamentales.

Mientras el Ecuador vive la burda maniobra de los intereses imperiales -ejercida con ambas manos, las del gobierno y las de la oposición de derecha-, América del Sur ha dado importantes pasos en su integración tanto política como económica, en especial en torno a los recursos energéticos. Frente al eje Chávez, Lula, Kirchner, el eje Bush-Uribe, con la complicidad de los gobiernos de Gutiérrez, Toledo y Mesa, pretende convertir al Area Andina en la punta de lanza de los intereses imperiales para impedir la unidad de América del Sur, y preservar y profundizar así el saqueo de nuestra riqueza. La lucha heroica del pueblo boliviano por recuperar la soberanía de sus recursos naturales muestra cuál es el camino. Lo repetimos: en estos meses se está decidiendo el futuro del Área Andina y de Sudamérica: o patio trasero de los Estados Unidos o un subcontinente integrado para negociar con fuerza y dignidad en el mercado mundial.

La crisis y el pantano políticos, y las acciones del gobierno de Lucio Gutiérrez y de la oposición de derecha, amenazan convertir al Ecuador en plaza fuerte del poder imperial. Urge salir del pantano. Urge una gran movilización del pueblo ecuatoriano por tres tesis fundamentales:

  1. Dar por terminadas las negociaciones sobre el TLC, y participar activamente en la integración entre la Comunidad Andina de Naciones y el MercoSur para formar un bloque único de América del Sur.
  2. Dar por concluidos los acuerdos de concesión de la Base de Manta y todos los vínculos políticos y militares secretos con los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, y, demandar que el Ecuador se comprometa en una acción de la Comunidad Sudamericana de Naciones para propiciar la solución pacífica y negociada del conflicto colombiano.
  3. Rechazar la Ley Topo, las privatizaciones del agua y de la seguridad social y la eliminación de las restricciones a las inversiones extranjeras en materia petrolera, fortalecer Petroecuador e incorporar al país a la formación del polo energético sudamericano.

En esa perspectiva se torna necesario superar el impasse existente sobre la Corte Suprema. Pero, sea que se resuelva mediante las componendas entre el gobierno y la oposición de derecha o se torne inevitable un paro de los organismos seccionales, urge la movilización independiente, un levantamiento nacional, del pueblo por sus tesis fundamentales.

[fuente]
http://www.tintaji.org

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