Logo Llacta!

Forajidos mediáticos

Mauro Cerbino (Profesor e investigador de la Flacso)

Diario El Hoy, edición digital

Quito, 14 de mayo de 2005

Empezó como un modo de transformar la actitud estigmatizante del ex presidente Gutiérrez en ícono de la rebelión. La imaginería popular logró neutralizar y convertir al significante forajidos en emblema del disenso. Fue, sin duda alguna, una operación inteligente, una especie de intervención y aprovechamiento semántico que obtuvo el resultado de deslegitimar y desplazar el infeliz y autoritario intento del Gobierno de minimizar cuanto acontecía en las calles de Quito en los días de abril. Este significante funcionó como elemento aglutinante que viabilizó una convocatoria social sin que nadie pudiera asumirse como legítimo convocante. Forajidos hizo detonar simplemente algún mecanismo que encontró un terreno fértil en miles de conciencias ciudadanas cuyo ingrediente común ha sido el rechazo ante los repetidos gestos dictatoriales del coronel. No obstante es posible identificar al menos dos claras estrategias de la acción multitudinaria. La primera ha sido que los manifestantes no han buscado un choque frontal con el Gobierno, en aquellos terrenos considerados centrales (la Plaza de la Independencia, por ejemplo), dado que se decidió dirigir la acción de protesta descentrándola y desplazándola hacia múltiples lugares de la ciudad con lo que se lograba dar la sensación de una revuelta generalizada y se evitaba la reacción contundente de las fuerzas del orden dirigidas por un presidente cual estratega militar. El plantón frente a la casa del coronel logró un efecto simbólico mucho mayor que cualquier intento de llegar al Palacio. La segunda estrategia ha sido que las manifestaciones se desarrollaran de noche y contaran con la participación activa de familias enteras. Armadas de instrumentos que generaban un intenso estruendo, estas familias lograron romper la aparente tranquilidad de las noches de una Quito militarizada, dando así un mensaje claro de que no se trataba de huelgas ni de paros, lo que provocó (y explicaría) el efecto de bola de nieve de una acción que se caracterizó por ser una representación lúdica y corporal de plena expresividad ciudadana. El significado de los acontecimientos de abril se ubica entonces en el deseo ciudadano, plasmado en un conjunto de subjetividades singulares que juntándose compartieron el espacio común de una politicidad molecular y difusa (no partidista), de rechazar a un Gobierno absolutamente deslegitimado.

Está por verse si en la protesta estuvo presente también el deseo de cuestionar severamente las lógicas del orden político con las que se ha conducido el país hasta hora: lógicas de clientelismo, de cínica depredación de los bienes comunes y de abierta corrupción. ¿Qué pasó luego? Por parte del nuevo Gobierno está claro que existe el intento de asimilar la experiencia de abril y de procesarla a través de la incorporación de forajidos visibles; sin embargo, no siempre representativos. De paso, es necesario señalar que el complejo problema de la representatividad política vuelve a plantearse aquí con mayor fuerza que en el tradicional ámbito de los partidos. El panorama se ve ensombrecido por la actitud de los medios de comunicación, especialmente la televisión. Estos han pasado de una consciente autocensura que se tradujo en la no cobertura a fondo de las jornadas de abril, a la banalización del significante forajidos.

Siendo esquemático, se puede afirmar que, si en un primer momento este término se transformó de estigma a emblema, con el uso que de él hacen los medios se asiste hoy a una operación de etiquetamiento que, aunque no reintroduce el estigma, obtiene el resultado de neutralizar su valor subversivo.

[fuente]
http://www.hoy.com.ec/noticianue.asp?row_id=204622

Valid XHTML 1.0! Valid CSS!

:: http://www.llacta.org ::