Logo Llacta!

La luz roja se prende en la línea de frontera

Diario El Comercio, edición digital

Quito, 29 de junio de 2005

Redacciones Tulcán y Nueva Loja

La alerta máxima se volvió a activar en los destacamentos militares ubicados en las parroquias de El Chical y Maldonado, al noroccidente de Carchi. La razón es el intenso combate, por el dominio del territorio, entre el Ejército colombiano y la guerrilla.

Los escenarios de los tiroteos son las comunidades de Tallambí y San Juan, asentadas en el límite fronterizo, a la otra orilla del río San Juan, en el lado colombiano.

El coronel Ramón Enríquez, comandante del Batallón Galo Molina de Tulcán, informó que la alerta implica el reforzamiento de los patrullajes en las vías que corren paralelas a la frontera, la instalación de retenes móviles en los pasos fronterizos no reconocidos que comunican con Colombia, el aumento de las labores de inteligencia en las dos parroquias y la revisión de documentación a las personas que circulan por la zona.

Según el militar, todas estas actividades son necesarias para controlar que los miembros del Ejército colombiano y de la guerrilla no crucen el límite internacional. "Hay una fuerte arremetida de las fuerzas regulares de ese país en toda esa zona que es de dominio guerrillero. Realizaremos una labor preventiva para proteger la frontera y a la población".

Las patrullas militares realizan 'escudriñamientos' de la zona para verificar que no haya campamentos guerrilleros o zonas de descanso de los insurgentes. Además, una patrulla antiguerrilla fue a San Marcos, un poblado ecuatoriano asentado en medio el bosque tropical, para proteger a los indios awa, que viven junto al límite internacional.

La revisión de los documentos se realiza a lo largo de la vía de 102 kilómetros que enlaza a la ciudad de Tulcán con El Chical. Para pasar los destacamentos militares de Tufiño y Maldonado, el principal requisito es mostrar la cédula de identidad. Las personas que viajan en carros con placas colombianas son sometidas a estrictos 'cacheos' para comprobar que no llevan armas ni pertrechos militares.

Enríquez reconoció que en las parroquias de El Chical y Maldonado está regado un equipo de Inteligencia que tiene la misión de detectar la posible presencia de irregulares infiltrados. "Realizan un seguimiento a la gente desconocida para saber cuáles son sus contactos y los motivos de su presencia".

Los militares descartaron la utilización de la vía Tulcán-El Chical para que los miembros del Ejército colombiano movilicen armamento, personal y alimentos. "Lo único que podemos autorizar es el uso de la carretera para llevar a los heridos, en las ambulancias, hacia los hospitales de la ciudad de Ipiales. Esta ayuda es de tipo humanitario y no militar". Preocupa la posible llegada de desplazados.

Ramón Enríquez dijo que hay preocupación porque se prevé la llegada de desplazados colombianos a la parroquia de El Chical y a la comunidad de San Marcos y en esos lugares no hay albergues para recibirlos. Por esta razón, promueve una reunión con los representantes de los organismos de socorro para elaborar un plan de contingencia.

El coordinador de la Defensa Civil, Humberto Villalba, señaló que no dispone de recursos y apenas hay siete voluntarios para atender todas las emergencias. La Cruz Roja y la Diócesis disponen de vituallas, cocinas, utensilios, colchonetas y camas, que hace más de un año fueron donados por la ONU. Y el prefecto René Yandún insistió en su tesis de preparar a los civiles para enfrentar estas eventualidades.

Por otro lado, las FARC y el ELN fueron excluidos de participar, desde el sábado, en el Foro de Sao Paulo, Brasil, integrado por las fuerzas de izquierda de América Latina.

El meollo

Los últimos ataques de las FARC que causaron decenas de bajas al Ejército colombiano, provocaron una contraofensiva de las FF.AA.

200 fincas afectadas por un derrame en el río San Miguel.

Redacción Quito

Los efectos de los combates entre el Ejército colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia dejan huellas en la frontera ecuatoriana.

En las últimas 72 horas, los combates causaron la explosión del oleoducto colombiano, la cual contaminó las aguas del río San Miguel.

Según los pobladores de los recintos y comunidades de la zona, la situación se agravó este último fin de semana cuando el crudo que se regó en el suelo colombiano desembocó en el río San Miguel.

Según un cálculo de las organizaciones campesinas, el derrame de crudo afectó a unas 200 fincas ecuatorianas. Los pobladores denunciaron que se afectaron cultivos de arroz, yuca, plataneras, cacaoteras y vertientes de agua.

El derrame empezó a pocos metros del Puente Internacional y con la lluvia se extendió a lo largo y ancho del afluente.

Un equipo del Batallón de Selva 56 Tungurahua, que recorrió el sector de la Balastrera y Puerto Mestanza durante las últimas 48 horas, constató la magnitud de este derrame.

La creciente del río contaminó unos 7 metros de altura de la vegetación ribereña, según los militares. En los poblados, las explosiones y el sonido de los helicópteros artillados acabó con la tranquilidad de la zona. Ayer, hubo tres explosiones en poblados colombianos cercanos a Puerto Mestanza.

[fuente]
http://www.elcomercio.com.ec/noticias.asp?noid=133813
http://www.elcomercio.com.ec/noticias.asp?noid=133814

Valid XHTML 1.0! Valid CSS!

:: http://www.llacta.org ::