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¡A desintOXYcar el país!

Alberto Acosta

La Insignia

Quito, 17 de mayo de 2006

Hacer respetar la ley cuesta mucho en este país. La caducidad del contrato de la petrolera Occidental (Oxy) tomó demasiado tiempo. Con el coronel Lucio el asunto no prosperó. Hasta que por fin el régimen del doctor Pa-Lucio, presionado por la activa movilización social, cedió ante el peso de los argumentos jurídicos.

La Oxy, en innumerables ocasiones, no cumplió con la ley y el contrato. Esto provocó la caducidad, prevista en la ley, que contempla también la reversión sin costo alguno de sus campos al Estado, concretamente a Petroecuador, empresa que tiene la capacidad de poner en marcha un plan de operaciones como ya lo hizo cuando revirtieron los campos de Texaco a principios de los años noventa.

Detrás de esta operación no está una acción "populista", como vociferarán los corifeos de las transnacionales. Esta decisión se enmarca en la justicia, pero, a la vez, es un paso para reestablecer condiciones de equidad con las compañías petroleras. Lo que sucede en Ecuador, en donde recién se aprobó una tímida reforma a la Ley de Hidrocarburos para redistribuir un poco mejor las excesivas ganancias extraordinarias de las petroleras, o lo que aconteció en Bolivia con la nacionalización de su petróleo, o la renegociación de los contratos petroleros en Venezuela, si bien no son procesos similares, es una demostración de que en América Latina se comienzan a desmontar las aberraciones neoliberales acumuladas en las últimas décadas. Sus cultores, que tercamente niegan la existencia de toda evidencia neoliberal, se resistirán al cambio. No entenderán que este proceso es también resultado de aquella visión ideológica (tan lucrativa para las transnacionales) que establece como indispensable la entrega de crecientes beneficios al capital extranjero con el cuento de que nuestros países no tendrían los recursos suficientes para su desarrollo. En Ecuador, para recordar algún antecedente, la misma compañía Texaco en los años setenta y ochenta dejaba más del 87% de la renta petrolera al Estado, mientras que ahora las compañías se llevan más del 80%. Desde entonces, un lapso en el que la adecuación e incluso el irrespeto de las leyes y de los contratos a favor de las transnacionales estuvieron a la orden del día, la mentira y la prepotencia terminaron por configurar el escenario para el cambio.

En el ámbito petrolero ha llegado el momento de una nueva política, que -sin dejar de fortalecer a la empresa estatal- empiece por hacer cumplir los contratos a partir de la revisión de aquellos que a todas luces no están al servicio del interés nacional. Para esta tarea no está preparado el doctor Pa-Lucio. El asumió la caducidad por la presión social, más que por convicción. La desintOXYcación del neoliberalismo corresponde a aquellas fuerzas políticas y sociales comprometidas con la construcción de una nueva estrategia de desarrollo, siempre que entiendan que para lograrlo es indispensable la unidad alrededor de un sólido programa que impulse radicales transformaciones.

[fuente]
http://www.lainsignia.org/2006/mayo/econ_014.htm

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