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PDVSA, apenas un primer paso

Alberto Acosta

La Insignia

Quito, 5 de julio de 2006

Resulta penoso observar cómo influye en la vida nacional un grupo de personajes que sintetizan una mezcla de arrogancia, ceguera y ante todo interés. No son traidores a la patria. Ellos no tienen patria, ni necesidad de ella. Son apátridas que funcionan dependiendo de los impulsos de su bolsillo, sirven a quien les paga (puede ser el Estado, pero siempre, incluso desde las funciones públicas, atendiendo el interés transnacional), y algunos lo hacen cobijados por su visión dogmática (recitando como loras su catecismo neoliberal). Estos fulanos son los que en estos días han interpuesto un recurso de amparo constitucional para bloquear la tímida reforma a la Ley de Hidrocarburos, con la que el Estado participa en las ganancias extraordinarias de los altos precios del petróleo.

Detrás de esta acción y de la oposición a la refinación de crudo por parte de Venezuela están intereses. Y muy poderosos. Están los grupos que se han opuesto de manera sistemática -desde dentro del gobierno o del Congreso, muchas veces con el eco de la gran prensa y con el respaldo de algún ignorantón que cree que todo se resuelve combatiendo a los monopolios- para que se de paso al mejoramiento del parque refinador de crudo, planteando hasta la privatización de la Refinería Estatal de Esmeraldas. Son ellos los que han impedido por años, a través de sus múltiples influencias, la construcción de los tanques de almacenamiento de gas licuado en tierra, para mantener el negociado del almacenamiento flotante. Sus tentáculos se extienden a la extracción de crudo, alentando proyectos mal pensados como la perforación de pozos horizontales, sin dejar de lucrar en el transporte de los hidrocarburos. Ellos no han descuidado en su voracidad el ámbito de la comercialización de crudo, en donde -a través de un bien montado cartel- han impuesto un elevado diferencial de calidad como sistema de obtención de cuantiosas rentas. Y, como para completar el cuadro de este atraco múltiple, ellos controlan las importaciones de derivados de los hidrocarburos, provocando una sumatoria casi incalculable de pérdidas para el país.

En este escenario entra la propuesta de Venezuela, el país con las mayores reservas hidrocarburíferas en el mundo. Se plantea refinar el crudo ecuatoriano a través de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Esta operación podría ahorrar a Ecuador por lo menos 200 millones de dólares, razón más que suficiente para que los intermediarios que nos venden los derivados hayan puesto el grito en el cielo. Este negocio con un país vecino podría abrir la puerta para una nueva política petrolera, que cuenta ya con las mencionadas reformas legales y con la reversión de los campos de la Oxy, empresa que atropelló las leyes. Es, en suma, un paso importante para consolidar la integración energética que comienza a caminar en la región, pero que, al golpear el bolsillo de algunos poderosos, incluyendo las apetencias de Washington, no será posible sin el respaldo activo de la sociedad organizada.

[fuente]
http://www.lainsignia.org/2006/julio/ibe_011.htm

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