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Por una revolución de la Democracia: Llamamiento a la concertación social y popular

Milton Cáceres

Cuenca, 15 de agosto de 2006

El Diablohuma pone orden en la Marcha y Comparsa

Habiendo llegado a esta hora y en este espacio propiciador, no cabe hablar de reforma, ni siquiera de una revolución en democracia sino de una Revolución de la Democracia. Estamos quizá en un momento especial en el que la dictadura de la oligarquía arriesga su autoridad porque ya no puede tapar la pestilencia que emana de la corrupción de su sistema estatal, de la ineficacia del sistema productivo empresarial y de la decadencia de esta calidad de su democracia especialmente en lo tocante a la pléyade de partidos que –cual gallinazos– viven de su cadáver. ¡Por eso no les interesa que resucite! (aunque cabe dejar bien claro que esas aves cumplen el papel de reciclamiento orgánico).

Ante este repugnante espectáculo en donde se corre el riesgo de que todo el cuerpo social sea tomado por esta gangrena y se desencadene la violencia, llamo a trabajar una Concertación Social, Intercultural y Popular como contenido de una Asamblea legítima: la Asamblea Social Constituyente, como órgano de otro poder y continuación de la consigna ¡que se vayan todos!, como ojo de águila que vigile al gobierno y demás burocracias que vienen y, que imponga una Asamblea legal, la Asamblea Constituyente. No solo porque no se pudo poner candidatos de una política revolucionaria sino porque una casa nueva no comienza a construirse por el techo sino por sus cimientos, debemos anular el voto escribiendo positivamente en las papeletas: Viva la Asamblea Constituyente o, algo relacionado con ello. Si se actúa en política desde una posición limpia, no podemos ir a una Asamblea Constituyente sin tener el Poder de una Asamblea paralela, porque la sociedad y en especial aquella que lucha revolucionariamente, no puede presentar alegremente su pescuezo al verdugo ahora que la Reforma Política, la Asamblea Constituyente y la Consulta Popular ya está siendo devorada por el discurso electorero y se las presenta como oferta de campaña. ¡Nos pueden decir radicales, intransigentes y hasta ilusos, pero jamás giles ni traicioneros!

Esta es una invitación de ética política para que toda persona y en especial aquella que se crea revolucionaria, renuncie a ser candidato o candidata. Una nueva democracia solo vendrá como esfuerzo revolucionario de las bases sociales de nuestro país trabajando no solo en época electoral porque ello huele a vanidad, a oportunismo y a menospreciar lo que pueden y deben hacer esas bases politizadas conscientemente en la lucha de nuevas organizaciones populares, sindicales para lo cual tenemos la obligación de revolucionarlas para que no se contagien o, dejen de estar contagiadas por aquella gangrena. Eso también ha colaborado para que la dictadura de la oligarquía local sea funcional a la globalización neoliberal a través de esta corrupta democracia que nunca fue Gobierno del Pueblo sino de gru-pillos, de partidos de rancia y nueva oligarquía y, de negocios corporativos. Tal como dice mi amigo Juez intachable, Miguel Arias No hay Estado de Derecho sino Estado de intereses.

Hasta ahora ha funcionado una concertación de los viejos grupos oligárquicos, Febres Cordero es el último patriarca de esa componenda de horca y chequera. La recomposición de la oligarquía exige una modernización tecnocrático-jurídica de la democracia en torno de la seguridad (no para protegernos de la delincuencia común) sino para empalmar con la consigna imperial globalizadora: ¡Más seguridad! y eficiencia para el dominio del capital sobre toda calidad de trabajo, el conocimiento tradicional, la biodiversidad y la culto-diversidad. Solo así se puede comprender porqué Bush es el campeón de la defensa de la democracia y de los Derechos Humanos.

El pacto de concertación convocado por Ehlers por lo menos peca de ingenuidad al desconocer este telón de fondo, lo cual para una sincera búsqueda de un nuevo país, es grave. La concertación chilena es una readecuación económica montada sobre el tinglado neoliberal dejado como otra cruel herencia de Pinochet, hecho que no podemos copiarlo. La otra salida es concertar con el viejo país no solo de diversos matices de derecha, sino con el viejo país del sistema corrupto de partidos, (de partidos de Estado como reconoce el inefable diputado Gonzales) como también con el candidato asesor bancario, y aquel que no dice con claridad a quien va a Dar Correa si es que gana.

Concertación de élites, de conversación cupular a escondidas y a espaldas de quien sigue demandando ¡Que se Vayan Todos!. ¿Concertación que apunta a lo sumo a un funcionamiento regular de una democracia para la viabilización de un capitalismo moderno y progresista con un Estado eficiente? A la gente de las luchas de los trabajadores, de los Levantamientos, de las rebeliones campeonas de democracia en contra de Febres Cordero, Bucarám, Alarcón, Mahuad y Gutiérrez, a la gente del soberano grito Que se Vayan Todos! es decir al capital humano y social a quienes les pido no solo que seamos forajidos por siempre sino disidentes de la anticivilización neoliberal, no nos conviene una concertación por la vía chilena debiendo impedir una etnocida y sangrienta salida a la manera de Yugoeslava. Nos desafía una concertación social, intercultural y popular -en y fuera de elecciones- para revolucionar la democracia cortando el poder de cualquier dictadura desde una poliética de la vida cotidiana íntima personal e íntima familiar hasta llegar a cualquier tipo de organicidad social. Esto no es un llamado únicamente a lo sindical popular sino al conjunto de ciudadanos seres humanos que desde toda condición social protestan y/o son disidentes, rebeldes con gran causa y buscadores de una dignificación de la Vida, para concertar sobre nuevas calidades de lucha que tenemos que seguir construyéndolas. Es un llamado a esa pluralidad socio política que busca una democracia sin corrupción, a las posiciones antineoliberales, a quienes luchan desde una posición de clase, a los pueblos que luchan por liberarse del dominio cultural racista, a los creyentes y buscadores de una espiritualidad ecuménica. Es un llamado a la pluralidad revolucionaria para concertar en torno de revolucionar esta democracia haciendo realidad que Democracia radicalmente quiere decir, Gobierno del Pueblo –como utopía- cuyo contenido debe ser una construcción de reciprocidades sociales, interculturales y populares para hacer realidad el mito de La Tierra Sin Mal. No es lo mismo una regularización que una revolución apropiada de la democracia.

Con este pensamiento y sensibilidad cimentaremos las bases antisistémicas y antineoliberales de una izquierda revolucionaria que desplace al izquierdismo que con su pragmatismo de cálculo electorero asesora jurídica y financieramente a la organicidad social y popular haciendo un siniestro juego a quienes pasean orondos su poder cual si fueran coyoteros mayores, solo para trepar a las oficinas del poder o para pretender cobrar jubilación del Congreso.

Si en verdad queremos democracia revolucionaria hagámosla primero dentro de nuestras almas. Si me he permitido arriesgar el uso de esta frase velasquista, dicha por el Viejo haciendo alarde de su odio a la Revolución, es para expresar que esa decisión es primero de carácter ético y para demostrarlo en la práctica política, ¡ya!, ¡ahora en elecciones! porque es muy doloroso que a ese pueblo y sociedad que se ha movilizado en contra de la corrupción le oigamos, sin embargo, decir que ¡es necesario tener Congreso!. Esta contradicción es fruto de la ausencia de politización mayor de nuestra sociedad siendo esto una razón más para concertar de cara y con participación de ella para no dejarla merced a los manoseadores profesionales, aprendices o, al dueño de la harina quien pretende que nuestra gente se convierta en su masa para hacerle pan quemado y caro para el disfrute de los candidatos faranduleros. ¡No son payasos porque la figura del payaso es preciosa, inteligente, crítica y sin embargo, sumamente tierna!

Llamo a quienes proponen esta concertación entre los varones de esta mala calidad de política para que reculen en su posición y deslegitimando toda votación concertemos con nuestra gente. Llamo a los movimientos sociales y en especial al movimiento indígena a no ratificar lo que hizo el coronel Gutiérrez, sino a revolucionar también nuestra lucha desde otra calidad de dirección política que es organizar un espacio de poder social, intercultural y popular concertando la pluralidad crítica, liberacionista y revolucionaria para que Se Vayan Todos no solo de los Palacios sino de nuestra conciencia para revolucionar la Democracia dentro de un proyecto madre de revolucionar la Revolución pues mientras una propuesta obrerista no tiene sentido, el proyecto de país moderno nacional y progresista de la clase media ya fracasó y es un bochorno que las élites indígenas e izquierdistas lo sigan defendiendo. Veamos cómo el conjunto institucional se cae en harapos de la corrupción, sintamos como se ha quebrado el sentido de pertenencia al país oficial cuando arrecia la diáspora migratoria; en cambo se vitaliza su sentido de pertenencia al país de los afectos, hay una vitalidad creativa de siglos en las culturas de nuestros pueblos raíz, existe una criticidad cada vez más integral y creadora de alternativas en vastos sectores urbanos, hay un renacimiento profundo de búsqueda de sentidos existenciales y existe una burla creativa al país oficial hipócrita de parte de intelectuales, artistas y profesionales especialmente jóvenes que desobedecen las órdenes conductistas de una sociedad en decadencia. Existe un enorme porcentaje de cabreados con el sistema político que se resisten a ser objeto de burla y que no apoyan a nadie.

Todo este conjunto de realidades es el argumento humano e histórico y la reserva moral y política para que pronto se resquebraje la Torre de Babel con la erupción de nuestra Mama Tungurahua social, revolucionando la Democracia, revolucionando la Revolución

Inscritas las otras candidaturas, inscribimos también las nuestras

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