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Chao Tintají, ¿Valió la pena?

Quincenario Tintají, # 102 (especial de diciembre de 2006)

Quito, 15 de diciembre de 2006

Editorial

Tintají termina en este número un ciclo en la prensa nacional. La experiencia durante estos casi cinco años tiene momentos dulces y amargos, pero queda la satisfacción del deber cumplido. Hasta la aparición de Tintají, en Ecuador cada vez que la gente escuchaba hablar de periódicos que daban la voz a los movimientos sociales, que buscaban sacar a luz las sombras del poder o que intentaban una mirada desde el progresismo, se pensaba en un gran aburrimiento. Hablar de ese tipo de periódicos era también apuesta segura al panfleto, a la opinión partidaria única y a un periodismo de baja calidad. Por diversas vías Tintají fue abriendo el debate sobre distintos temas que hacen a la política, la economía, la sociedad y la cultura de Quito y de Ecuador. Ha sido un espacio desde el progresismo, desde los movimientos sociales que construyen Ecuador, un espacio desde la gente, por la unidad de los sectores que buscan un país mejor, pero no fue nunca un periódico partidario, ni un periódico panfletario. Fue Girardoux el que dijo: lo importante es el estilo, las ideas llegarán después. Y fue Sartre el que le contestó pero las ideas no llegaron. Para Tintají las ideas han ido acompañadas del estilo. El objetivo de dar la voz a los sin voz, de apostar a la participación de la gente en la construcción de su propia voz, de escudriñar en las zonas oscuras del poder, de analizar la realidad y romperla para entregarla al lector, solo se puede lograr si se unen estilo e ideas. Si se apuesta al debate franco sin temores, si se abre espacio para la crítica, si se manejan fuentes, si se hace opinión con fundamento, si se analiza contextualizando.

Marguerite Duras dijo cierta vez que no hay periodismo sin moral. Todo periodista es un moralista. Es absolutamente inevitable. Un periodista es alguien que mira el mundo, que lo vigila cada día desde muy cerca, que lo ofrece para que se vea. No puede llevar a cabo ese trabajo y a la vez no juzgar lo que ve. Es imposible.

El decir de Duras no involucra a todos los periodistas del mundo, sino a cierta parte de ellos, y define lo que intentó ser Tintají.

En Carondelet, a pesar de las duras críticas que mantuvo el periódico hacia los gobiernos de Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio, los análisis políticos de Tintají fueron lectura casi fundamental quincena a quincena, porque sabían de la trascendencia que han tenido en muchos sectores. Algo similar ha ocurrido con ministros, legisladores, organizaciones sociales y organizaciones no gubernamentales, universidades, partidos políticos, alcaldes y prefectos, embajadas, en el medio cultural, en los medios de comunicación (algunos hasta se dedicaron a estudiarlo, otros lo han tenido como fuente de consulta permanente), con asesores de candidatos presidenciales llegados del exterior, comunicadores de candidatos presidenciales, candidatos presidenciales perdedores y victoriosos. Para muchos/as, saber que decía Tintají era importante, porque el quincenario se adelantó a muchos hechos políticos y sociales, denunció primero muchos casos de corrupción y supo transmitir el sentir de los sectores sociales ocultos en los grandes medios, pero constructores de la verdadera historia. A nivel internacional han reconocido al quincenario como una de las voces libres del país, y eso quedó demostrado ante las amenazas de muerte sufridas por su director editorial y algunos colaboradores, y los diversos ataques a las oficinas del periódico.

En estos años, Tintají se ha ganado un espacio en la prensa ecuatoriana, se consolidó como un medio de trascendencia política y social, y se posicionó con éxito en diversos sectores sociales del país, como no lo han podido lograr grandes medios. Pero un periódico no vive de la venta, sino de la publicidad. Ciertas agencias de publicidad, empresas estatales y empresas privadas, a pesar de conocer la llegada e influencia del quincenario en diversos sectores, prefirieron no colocar publicidad por su postura crítica. Lamentablemente, los organismos estatales, que deberían ser equitativos en la distribución de la publicidad, pues es pagada por todos los ecuatorianos/as, trataron de ningunear a Tintají. El Municipio dentro de la gran cantidad de dinero que gasta en promoción colocó seis publicidades en el periódico, pero luego de las denuncias sobre el proceso de privatización del agua, que en principio negó y finalmente tuvo que aceptar, nunca más publicitó en Tintají. Otras instancias estatales solo acostumbran a publicitar con los amigos/as. Cosas de la democracia. Pero es necesario agradecer a pequeñas empresas como Sabor a Tierra; a universidades como FLACSO, Andina y Salesiana, organizaciones sociales como Acción Ecológica y FEDAEPS, instituciones culturales como Centro Cultural de la PUCE o Abya Yala; organizaciones no gubernamentales, y tantos y tantas que no han sido nombrados. Todos fueron una contrapartida a la discriminación publicitaria, y confiaron en el quincenario, apoyándolo de diversas formas. También se debe recordar a los periodistas y medios con los que Tintají ha mantenido una estrecha comunicación, intercambio y amistad, como radio La Luna, Reportarqui, Ecuadorinmediato.com, Altercom, Inter Press Service, radio La Red, el noticiero de radio Universal, radio Visión, Ramiro Diez, W Radio de Cuenca y tantos medios de provincias.

La crítica es algo que no todos aceptan, y quienes la aceptan, muchas veces lo hacen a regañadientes. Una de las características de Tintají en el tratamiento de los temas políticos, económicos, sociales y culturales, fue la crítica y la apertura al debate y a la polémica, intentando siempre recoger las posiciones encontradas en diferentes temas, porque nadie es dueño de la verdad, pero siempre asumiendo una posición, porque no ha sido un periódico neutral ante el poder, ante cualquier poder.

En estos años, el quincenario fue renovando su contenido y su diseño; incorporó nuevos colaboradores; entregó a sus lectores nuevos productos periodísticos; fortaleció el análisis político anunciando con anticipación los hechos trascendentes que luego marcaron al país; denunció ilícitos e irregularidades; creó un estilo de portada casualmente copiado por otras revistas que se sostiene con mucho dinero pero tiene menor tiraje que Tintají; generó participación social; cuestionó el modelo económico que profundiza las inequidades; trabajó por la unidad de los sectores y movimientos progresistas sin dejar de criticar sus errores; y profundizó un proyecto intercultural. También tuvo muchos errores, alguno por equivocaciones propias, otros por falta de recursos. Sin embargo, nunca se acomodó a las circunstancias, habiendo tenido la posibilidad de hacerlo con importantes instancias gubernamentales, porque Tintají siempre combatió el oportunismo de muchos que no hacen nada pero saben subirse la camioneta de la burocracia siempre, con cualquier gobierno.

Con manejo de fuentes e información privilegiada, Tintají adelantó el pasaje de Lucio Gutiérrez a la segunda vuelta electoral de 2002 cuando nadie lo creía; predijo su desviación del proyecto original acordado con el movimiento indígena y otros movimientos sociales antes de la segunda vuelta electoral; denunció su traición a ese proyecto desde el mismo comienzo del gobierno adelantando información que nadie había manejado y aportó elementos que anunciaban su futura caída ya a fines de 2003. Fue el primer medio en denunciar irregularidades en la devolución del IVA petrolero a la empresa OXY en mayo de 2002. También publicó la primera entrevista en Ecuador a Hugo Chávez en junio de 2002, y a Luiz Inácio Lula Da Silva en octubre de 2002. Desde el inicio de las negociaciones del TLC, este quincenario denunció los efectos negativos para el país y lo colocó como punto fundamental en la agenda, cuando pocos los veían como un tema trascendental, incluso muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras. En abril de 2005 participó en las movilizaciones contra Gutiérrez sin hacerse falsas ilusiones de que se gestaba un proceso de cambio. Tras asumir Alfredo Palacio, desde sus páginas Tintají aclaró que la opción del nuevo gobierno era profundizar el modelo neoliberal con leyes y acciones que caminan en ese sentido; denunció las privatizaciones en curso y adelantó en exclusiva irregularidades como la de Marcelo Arcos, ex hombre fuerte del régimen. Fue el primer periódico en anunciar Rafael Correa como futuro candidato y con posibilidades de éxito.

Hoy nadie puede negar que Tintají se convirtió en el Quincenario Progresista de Quito con proyección nacional. Pero en distintos medios se ha vetado cualquier mención al periódico. Se ha dado el caso que en un diario cierta editora remarcó que no se debía mencionarlo, y mucho menos consultar la opinión de su director editorial, aunque eso no les impide copiarnos.

Sin embargo, sorteó las dificultades y se posicionó con credibilidad en Quito y en varias provincias, en organizaciones sociales y no gubernamentales, en editorialistas de otros medios, en políticos, en sectores culturales, intelectuales, profesionales de distintas áreas, jóvenes, mujeres, barrios, el movimiento indígena, grupos LGBT y tantos otros sectores que se ven representados en él. Una investigación entre líderes de opinión arrojó como resultado que nuestro quincenario figura entre la prensa con mayor credibilidad, que mejor y más seriamente trata los temas de corrupción. Ernesto Sábato dijo cierta vez que la vida es una novela que se escribe en borrador y no se puede corregir. Gonzalo de Freitas, un gran periodista de este continente le agregó: No se puede corregir pero se puede releer. Con Tintají hemos estado releyendo la historia. Sin embargo todo el esfuerzo no fue suficiente, y tal vez quede un sabor amargo y una interrogante: ¿valió la pena?

[fuente]
http://www.tintaji.org/

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