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A propósito de la Navidad, permítanme soltar mi lengua

José M. Atupaña

Miembro de la Comunicacion Intercultural de la DINEIB

Quito, 19 de diciembre de 2006

En la línea de fuego

El trabajar desde el sector que más necesita, y para ser más concretos, desde los pueblos y nacionalidades indígenas, requiere romper barreras; que los discursos maquillados sean solo eso, maquillados, y que abandonemos yá para implementarlo en la práctica.

Tenemos la suerte enorme que cuántos darían tanto por trabajar en una institución como la nuestra: la Dirección Nacional, Dirección Provincial o de Nacionalidades. Este organismo importante en cuyas manos esta el desarrollo de lenguas y culturas de nuestro país.

Quiero contarles que estoy relativamente poco tiempo. He tenido la dicha de estar en varios rincones de mi país donde están nuestros hermanos, las nacionalidades y pueblos indígenas. Debo decir que ya no hay razones para maquinar justificaciones de la realidad que estamos viviendo en educación intercultural bilingüe.

Bajo nuestra responsabilidad están más de 130 mil estudiantes en el país, más de 2.800 planteles educativos y alrededor de 8.500 profesionales entre técnicos, docentes y administrativos.

Pienso en ese grupo gigante de ciudadanos. Cómo me encantaría ver precisamente en estos días que en estos planteles los profesores hablen, realicen varios eventos, reflexionen, en fin, a propósito del Kayak Raymi, por ejemplo. Me alegraría enormemente de los  compañeros directores o directoras de los centros educativos interculturales vestidos envidiablemente con sus trajes propios y no corbatas aunque el nudo le salga mal. Me sentiría regocijado que en vez de obligar el uso de los uniformes, ya solo este hecho en la actualidad es una tortura para los padres de familia el exprimir más dólares de donde no lo tienen, pues lo vistieran maravillosamente con su propio atuendo. Ya solo esperaría tranquilo cuando los niños y niñas hablen el Kichwa, el Shuar Chicham, el Ts'afiqui y más idiomas que milenariamente nuestros antecesores nos legaron.

Ahora que estamos a las puertas del nuevo gobierno, será que habrá la suficiente apertura y decisión para impulsar una verdadera valoración de nuestras lenguas. Qué les cuesta que un periodista inicie sus informativos saludando en un idioma indígena, que las calles de nuestras ciudades empiecen a tener los nombres y de hechos que los que hacemos este país, por nombrar algo.

Estoy poco tiempo en la DINEIB, pero les cuento que una buena parte de mashikuna que llegaron hablando su idioma materno, vistiendo su traje, ligado a su organización, en fin ahora registran cambios ya nada ocultables. Ya no se visten como quines fueron, es decir como indígenas, ya no hablan su idioma materno, quizá se habrán olvidado inclusive de qué organización les auspició para que entraran a laborar en estas instituciones. Bueno, ya no más martirio.

Ojalá que estas líneas no sean utilizadas para dar más razón a los que quieren acabar con la EIB, porque primero hay que preguntarles a ellos: los problemas ya sabemos nosotros, de las debilidades también, pero ahora cómo va a contribuir ustedes que no sea la repartición de prebendas burocráticas. Estas líneas tiene la única intención de visualizar entre nosotros, es decir, los que vivimos y en quienes está la responsabilidad de dejar o sacar adelante.

Espero también que nuestros compañeros dirigentes, tampoco digan, elé, yo si dije, porque si bien es así de complejo la realidad, sin embargo está en las manos de ellos también el de constituirse en vigilantes, actores y mostrar en la práctica y no aparecer cuando hay cambio de autoridades, solamente.

Estoy totalmente convencido de que así como hay ciertos sectores y personas que han utilizado a la educación intercultural bilingüe para sus fines particulares, así también hay batallones de maestros, maestras, padres de familia, líderes y dirigentes, instituciones y autoridades que han abrazado la bandera de educación intercultural bilingüe para, efectivamente, no dejarnos morir, como muchísimos otros pueblos lo están haciendo, y que para muestra les comparto la nota a continuación.

No tengo caramelos, juguetes, tarjetas de crédito y muchas otras cosas que a través de las cuáles oculta el sentido de la solidaridad, del amor al próximo, el hacer el bien. Regalitos estos al que la gran mayoría de nuestro pueblo no tiene acceso, pero qué mejor navidad, si así creemos, lo hagamos desde cada una de nuestras responsabilidades.

Un abrazo a todos y todas.

[fuente]
http://www.dineib.edu.ec/

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