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Explotación forestal... ¿Veda total? Sí

Carlos Vera Rodríguez

Diario El Comercio, edición digital

Quito, 3 de mayo de 2007

Y temporal, también. Pero hasta poner orden en las provincias de Orellana y Sucumbíos, la veda de la madera dispuesta por Correa tras su visita a esa zona, por si no ha quedado claro, debe ser total. Nadie corta un árbol más, salvo para autosustento, o sea construir muebles para su casa, levantar su casa o proveerse de leña y carbón. Eso es autoconsumo. El carpintero no puede recibir madera para hacer sillas de otros en esa región, ni el carbonero sacar carbón a la venta ni el obrero colocar tablones en morada ajena. Está claro. Es medida extrema porque extremas son las condiciones de explotación irracional a la que se ha llegado allá. El carácter de la orden debe ser también transitorio (seis meses, quizá) hasta crear un sistema que refuerce las restricciones ya imperantes pero desacatadas a vista y paciencia de las autoridades en un lavamanos general, cuyo dedo acusador apunta al estado y como el Estado no es nadie, a ninguna persona. Un representante del Estado tomó el guante para que se lo chante -Correa- ignorando la existencia de disposiciones cuya sola aplicación bastaba para lograr lo anhelado por el Presidente, perurgido a una conmoción general cuyo efecto principal equivalga a lo no logrado hasta ahora por varios artículos legales: los 76 y 77 de la Ley Forestal, por ejemplo, asignan obligatoriamente al Ministerio del Ambiente ocho millones de dólares ¡ocho!, para programas forestales. ¿No los reclama Ana Albán? ¿No los asigna Ricardo Patiño? ¡Ya dejen de jugar a Pilatos!

A su vez, la Dra. Albán dejó claro ante el Ministerio de Defensa durante el Gobierno anterior, que es obligación de las FF.AA., de acuerdo a la Constitución, apoyar el control del tráfico ilegal de madera. Allí hay mafias. Gran parte del cedro y caoba sacados del Yasuní va a Colombia. Los piratas del bosque trabajan en coordinación con narcotraficantes y guerrilleros. Camiones con tablones pasan frente a un cuartel militar, denunció Alonso Jaramillo, director del Parque Yasuní, al presidente Correa la semana pasada. Y el oficial a cargo de ese cuartel, se justificó en que los transportistas de madera llevaban guías. ¡No pueden existir guías legalmente otorgadas para ese fin en esa zona, por Dios! Todo lo explican y todos se justifican con la filosofía del ¿por qué no estamos en las páginas amarillas?

La decisión desesperada y radical de Correa entraña riesgos y peligros, como poner más presión en la explotación ya excesiva de bosques en Esmeraldas y excluye algunos en mayor peligro como la reserva Mache-Chandul en Manabí, pero es el costo de cortar de tajo la depredación. Los redactores del decreto final cuiden que la medicina no resulte peor que la enfermedad; conviértanlo en punto de partida para una política forestal integral nueva. Pero sobre todo, el Gobierno, cuya cabeza tanto se jacta de coherencia, está obligado a demostrar que privilegia el respeto al medioambiente siempre y no solo cuando es popular: ¡ni un pozo petrolero más en el Yasuní! Ni 100 hectáreas más de las 190.000 para eso. Lo que resta del ITT fuera del parque basta para la urgencia del Fisco. Hay que detener el genocidio del pueblo Taromenani en esa zona con actitudes drásticas. Y mantenerlas.

[fuente]
http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=108132&id_seccion=1

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