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Seguiremos sembrando maíz

Salvador Quishpe

Saraguro, 5 de enero de 2009

Desde las orillas de las verdes aguas del zamorano Bombuscaro, en las faldas del Poducarpus y con motivo del nuevo año, enviamos un saludo de rebeldía a todas y todos nuestros compatriotas defensores de los derechos de los pueblos, su territorio y sus culturas. Recordemos que solo la rebeldía nos devolverá la dignidad que heredamos de nuestros mayores y que de a poco nos han arrebatado, con el cuento de encontrarnos en revolución.

Con mucha expectativa iniciamos hace dos años un nuevo periodo de gobierno, con la esperanza de que la patria sería para todos nosotros los ecuatorianos, pero ya vemos que no es así. Se cumple una vez mas aquel dicho la ilusión del pobre dura poco. Se habla de una revolución ciudadana y que la patria ya es de todos y con ese argumento llegan canadienses y se adueñan de nuestras reservas de oro, plata, cobre, uranio que se hallan en las entrañas de nuestras montañas. Llegan llamadas telefónicas de la Presidencia de México a Carondelet y se firman contratos entregando cerca de 30 mil millones de dólares a favor de PORTA a cambio de 480 millones para el estado ecuatoriano en 15 años. Llegó cerca de 20 mil millones de dólares por las ventas petroleras hasta julio del 2008 y junto a los petrodólares también llegaron nuevos vende patrias llamados revolucionarios Raules Carriones, Alexis Meras, Fabricios Correas, etc... Para en cumplimiento de la consigna de La patria ya es de todos saquear lo que mas pueden y desaparecer aprovechando el mundanal y tenebroso ruido emanado desde Carondelet bajo la sombra de la noche neoliberal.

Perdonen señores, aprendí en la escuela que revolución significaba un cambio para bien, para garantizar equidad, respeto social, cultural y económico. La Revolución Francesa en el siglo XVIII, por ejemplo, significó un cambio de las viejas prácticas políticas feudalitas para darse paso un nuevo marco de pensamiento y acción de libertad. Pero como todo cambia, hoy parece que revolución significa retroceso, entreguismo y más neoliberalismo, corrupción, persecución al pueblo que lucha por la defensa de su dignidad, violaciones constitucionales, privatización de sectores estratégicos como el agua, transformación de socialcristianos a izquierdistas, calificación de novelería a las lenguas ancestrales como el Kichwa y con ese invento se pretende llegar al socialismo del siglo XXI. Si así es la revolución ciudadana, que las montañas nos guarden del socialismo.

Pero qué pasa con la verdadera revolución socialista, de aquella que habla de la redistribución de la tierra, de la entrega de riego para la producción del trigo y maíz, de aquella que nos hace sentir orgullosos de nuestras raíces ancestrales, de la que busca quitar el poder de unos cuantos vivos y entregar al verdadero pueblo. En fin, de la que nos daría un poco de equidad social. Evidentemente el nuevo avión presidencial no nos llevará al socialismo de la producción agraria y de la solución al hambre de nuestros pueblos. En consecuencia es hora de levantar la mirada hacia nuestras montañas, allá por donde nunca falla el sol dador de vida y juntos como debe ser un verdadero país plurinacional e intercultural, al mismo estilo de un tambor y una zampoña melodiosa y ensordecedora a la vez, gritemos con rebeldía:

!Basta carajo de tanta hipocresía!, si no saben lo que es revolución, pidan perdón y lárguense de nuestro país. Nosotros con o sin revolución, gracias a la madre tierra, seguiremos sembrando y comiendo maíz.

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