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Carta a los diputados de las izquierdas: Bloques parlamentarios de Pachakutik, MPD y PSE-FA

Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH del Ecuador)

Quito, 28 de octubre de 2005

Señores Diputados Ricardo Ulcuango, Luis Villacís, Víctor Granda
Jefes respectivos de los bloques parlamentarios de Pachakutik, MPD y PSE-FA

Compañeros:

Es inocultable que la mayoritaria población del país clama por un cambio estructural en la esfera social, política, económica y ética de las instituciones, a través de una consulta popular y de una Asamblea Constituyente que coadyuven a cambiar esas estructuras institucionales expropiadas a la ciudadanía, y en nombre de ésta paradójicamente, por círculos de poder y de una partidocracia que hace años ha dejado de entender a su pueblo, y no solamente por reformas intelectuales o tibias a una Constitución devastada.

Es inocultable además, que diversos y muchos sectores ciudadanos y organizaciones sociales han solicitado cambios democráticos y profundos en el Estatuto Electoral elaborado por el Ejecutivo, rumbo a dicha Constituyente, que garanticen una participación mayoritaria, ciudadana, y ante todo la no hegemonía o cooptación de aquel instrumento constituyente por parte de los grupos de poder y la partidocracia.

Ha sido público, igualmente, que el Congreso Nacional y los distintos bloques partidarios se han opuesto, por una u otra razón, de manera radical y -a nuestro entender- antihistórica, al anhelo de cambios de la mayoría del país y a los mecanismos de la Consulta y la Constituyente en pos de aquellas transformaciones siempre prometidas y siempre aplazadas.

También ha sido pública la diferente opinión, sobre esa actitud congresil, por parte de bloques parlamentarios de las tendencias políticas a las cuales ustedes representan.

De una, u otra manera, algunos de ustedes han expresado públicamente que podrían respaldar o que apoyan la Constituyente, siempre y cuando se reforme aquel Estatuto Electoral; y, finalmente, que no se negarían al derecho del pueblo a ser consultado.

Sin embargo, el Congreso Nacional como un todo, es decir como una de las instituciones en decadencia irreversible y secuestrada hace años por los grupos de poder, ha decidido radicalizar su postura de negarse a la Constituyente y la Consulta; a la vez que los grupos de poder económico, financiero, político y social a los que ese viejo parlamento está ligado, y sus principales alfiles congresiles, los que representan más nítidamente aquella decadencia, se han dedicado, en lugar de entender el ya desesperante clamor de la ciudadanía, a enlodar a los ciudadanos y movimientos sociales, grupos civiles, organizaciones populares y sociedad civil en general, que no de hoy, sino desde hace años, vienen reclamando por el derecho a ser consultados y por la realización de un Proceso Constituyente que cambie totalmente las reglas del juego, sobre todo a partir del 20 de abril.

Esos grupos de poder y mafias partidarias (porque se explican a sí mismas en un sentido corporativo de "cosa nostra" en lugar de a la nación), hoy dedican sus esfuerzos a amenazar con la búsqueda de elecciones adelantadas que, bajo las actuales reglas de juego impuestas por la partidocracia, solo beneficiarían a los mismos grupos de poder. Últimamente, incluso, han llegado al extremo de generar la intervención de la desgastada OEA, brazo de los EEUU para la región durante décadas, como consta en sus acciones, a la que han pedido la aplicación de la llamada "Carta Democrática", la misma que otros grupos de poder y élites intentaron aplicar contra Venezuela, Cuba, Bolivia y, ante todo, el Ecuador, evidenciando con dicha medida desesperación, pero ante todo una irresponsable voluntad política de internacionalización de la crisis ecuatoriana, cuya resolución solamente compete al pueblo ecuatoriano, a los ecuatorianos.

Finalmente, ante el despertar ciudadano y la legítima cuanto mayoritaria animadversión ciudadana contra ese Congreso y la partidocracia, esos sectores han llegado al increíble de "buscar otra ciudad para instalar el parlamento si las cosas siguen como están". El fantasma de abril retorna y la misma conducta del anterior parlamento presidido por Quintana, emerge ahora en el parlamento hegemonizado por las derechas y los populistas.

Empero, ha llamado la atención que en varias entrevistas públicas, diputados de sus partidos hayan caído, otra vez, en aquel peligroso juego y lleguen a argumentar que, de darse ese traslado, que es más que un cambio geográfico, simplemente cambiarán sus vestimentas para "adecuarse al calor de aquellas ciudades donde el Congreso se reúna", dando por hecho que ese tipo de iniciativas es un asunto de vestimentas y temperaturas, no un tema político.

Estamos conscientes que algunos de ustedes no han hecho parte de los grupos de poder y que han sostenido, en el pasado, o el presente, posturas de dignidad que les diferencia de aquella vieja República que se resiste a morir; pero a la vez, somos conscientes de que, desde ese agotado espacio de poder que es el Congreso, poco han hecho, poco pueden hacer, y que su presencia, tanto en abril, y sobre todo hoy, más bien contribuye a legitimar la hegemonía de los grupos de poder y la sin razón de los clanes oligárquicos partidistas.

Por eso les proponemos, fraternal y enérgicamente, a definirse, hoy, cuando aún creemos que no es "demasiado tarde" para ustedes y las organizaciones partidarias que representan:

Algunos de ustedes han citado públicamente, que están dispuestos a abandonar sus cargos inmediatamente si se instaurara una Constituyente. Reconocemos la pulcritud de esas declaraciones. Pero, a la vez, sostenemos que bastante contribuiría al derrumbamiento de la vieja república, a la derrota de los grupos de poder de los que ustedes han citado ser adversarios, al desmoronamiento definitivo de la hegemonía oligárquica en el Congreso y en el resto de la secuestrada institucionalidad del país; y, finalmente, a los anhelos populares, su decisión política desprendida e irrevocable de poner hoy a consideración del pueblo sus renuncias, de apoyar un Proceso Constituyente profundo, no solo con la palabra empeñada, y de que están de acuerdo con el derecho ciudadano a Consulta Popular, que es un elemento real de ejercicio de una democracia directa, no de papel.

Su renuncia, ahora, no a futuro, sería parte favorable, y no contraria, de esta imparable ola social y civil que -tarde o temprano- barrerá con la vieja república. Se trata, pues, de no perder más tiempo, de prepararse desde sus creencias y movimientos a aportar con propuestas nítidas, no solo al mejoramiento de aquel Estatuto Electoral, sino a la propia Constituyente. Se trata de diferenciarse en los contenidos y las formas, de aquella mayoría congresil oligárquica y de los grupos de poder, que han invisibilizado completamente posturas distintas y respetables en su seno. Se trata, en síntesis, de sintonizar hoy, no demasiado tarde, con su propio pueblo.

Finalmente, se trata de recuperar el respeto de su pueblo, el respeto a las ideologías y políticos que en la trilogía pensamiento-sentimiento-acción representan cambios. Se trata de que ustedes mismos ayuden a que se vuelva visible aquella borrada y borrosa línea que, algún día, diferenció, en el ejercicio del poder, en las decisiones tomadas o por tomar, en la conducta, a las izquierdas de las derechas. Mucho han contribuido al cansancio fatal de la ciudadanía, y al peligroso pero entendible reclamo a todos, esa pérdida de norte y de sintonía con su pueblo. Nos duele mucho que, debido a esa "delgada línea roja" que muchos atravesaron en los últimos años, haya cientos de miles de compatriotas, especialmente jóvenes, que crean que todo es lo mismo, que todo es igual, que nada cambiará nunca, que no hay ninguna diferencia ni profunda ni formal entre izquierdas y derechas. Denle una respuesta, histórica, aún hay tiempo, a ese desesperante clamor de las mayorías.

La decisión de renuncia no puede esperar más tiempo. Contarán, en medio del desconcierto, con un abrazo sencillo, el nuestro, de reconocimiento y de respeto aquellos que su última promesa la concreten. Ojalá fuesen todos ustedes los que pongan sus renuncias, pero reconocemos que esa decisión será difícil, insoportable en algunos casos, suicida en otros, pero siempre digna, visionaria, histórica.

No piensen que nadie en el pasado cometió gesto tan valiente. Hubo un ecuatoriano que renunció voluntariamente a su puesto parlamentario, a su condición de congresista, a su fugaz ejercicio de poder: Juan Montalvo. Ese ecuatoriano lo hizo un día, porque antepuso sus ideales a las fugaces realidades del poder.

Con fraternal respeto, pero con enérgico sentido de demanda, convocamos a ustedes a que acepten esta solicitud. Tenemos la esperanza de que Juan Montalvo no sea la excepción histórica en la dolorosa realidad política del Ecuador contemporáneo. Algunos de ustedes quizá respondan airados, otros tal vez ni siquiera respondan. Ojalá varios de ustedes, uno solo, entienda el latido de su pueblo.

Ayuden a cambiar esta historieta para que podamos, juntos, construir la verdadera historia. Ayuden a cambiar la tragicomedia actual por un guión nacional de dignidad duradero. Ayuden a que bien muera, es necesario, la republiqueta que está por morir, y a que su pueblo pueda parir una nueva República.

Atentamente,

Alexis Ponce, vocero APDH

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