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¡Urgente! Represión a los indígenas que marchan contra el TLC al sur de Quito

Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU)

Quito, 20 de marzo de 2006

El gobierno de Alfredo Palacio continúa los pasos de su binomio, Lucio Gutiérrez: represión para los grupos que se oponen al Tratado de Libre Comercio y que intentan hacer escuchar sus argumentos en Quito. En este mismo momento, gigantescos operativos policiales se han colocado en La Victoria, sector de Cutuglagua, y también en Guajaló, al sur de la ciudad, para impedir el paso de las marchas indígenas. Los policías paran a los buses que entran en la ciudad para "detectar indígenas" e impedir su paso.

Coincidencialmente, como sucedía en los días de las protestas "forajidas" contra Gutiérrez, radio La Luna, que ha manifestado su posición crítica contra el TLC, se ha quedado sin señal. Otro hecho censurable es que los teléfonos celulares de los dirigentes indígenas y de otras personas que han apoyado la movilización se han quedado misteriosamente sin línea. El secretario de la Administración, Modesto Apolo, de una forma prepotente y ganstertil que recuerda al subsecretario Bolívar González, ha amenazado a las ONGs que apoyen a la movilización contra el Tratado de Libre Comercio con que "las expulsará del país". Los que habían creído ilusamente que, como dijo Palacio al serruchar la presidencia, "el espionaje y la persecución a los opositores estaban terminados", se han equivocado olímpicamente.

La prepotencia del gobierno de Palacio, que ha amenazado con apresar a Luis Macas y otros dirigentes indígenas, es fruto del miedo y la debilidad que le caracterizan. Palacio y su ministro de Guerra Interna, Oswaldo Jarrín, violan la ley y la Constitución al militarizar y reprimir a cientos de comunidades indígenas y campesinas en la Sierra ecuatoriana. Los militares no están facultados por la ley para "controlar el orden interno". ¿Con qué sustento legal y moral se permite el gobierno instruir al Ministerio Público para "indagar a los responsables de las movilizaciones e iniciar procesos contra ellos", como ha informado la prensa esta mañana? ¿Con qué moral se permite Alfredo Palacio hablar de "plan malévolo para desestabilizar la democracia" cuando aún están frescas en la memoria las reuniones que él mantuvo con varios personajes poderosos para recibir su bendición mientras esperaba en una sala del aeropuerto la caída de Lucio Gutiérrez?

El racismo del gobierno. El secretario de la administración, Modesto Apolo, ha dicho, con los nervios evidentemente descompuestos y ayudado por el inefable Jorge Ortiz, que "¿Quiénes se creen los indígenas, siendo el ocho por ciento de la población, para hablar en nombre de todo el país?". Lamentablemente, hay que señalar la ignorancia del señor Apolo. El porcentaje de indígenas y campesinas varía, según la fuente, hasta llegar al 30 por ciento de la población. Pero aun si los indígenas fueran el uno por ciento, ¿les quita esto el derecho a expresar su desacuerdo con el TLC? Pero la pregunta del secretario de la Administración permite una contrapregunta: ¿quién se cree Apolo, siendo una persona entre 13 millones de ecuatorianos, para arrogarse la representación de un país y pretender que el resto de la población -los mestizos y negros- estamos de acuerdo con la firma del Tratado de Libre Comercio? Si tan seguro está el gobierno de esto y si es democrático como todo el tiempo repite, ¿por qué no convoca a una CONSULTA POPULAR SOBRE EL TLC?

A pesar de la fuerte represión, los indígenas y campesinos se están dando modos para llegar a Quito. La movilización nacional contra el Tratado de Libre Comercio es un éxito.

Los argumentos a favor del TLC. En el programa de Carlos Vera transmitido el pasado domingo, el economista Eduardo Valencia preguntó al Ministro de Comercio, Jorge Illingworth, "¿cómo es posible que Ecuador teniendo una base productiva débil y siendo uno de los países con el índice de competitividad más baja de América Latina vaya a formar un TLC con la economía más poderosa del planeta?". La respuesta de Illingworth fue de espanto: "Si nos pusiéramos a pensar en eso, entonces no iríamos al Mundial de fútbol a enfrentarnos a las selecciones más poderosas del planeta." ¡Por el amor de Dios! En el Mundial, el país no se juega nada; si acaso, su honor deportivo. Tanto si ganamos como si perdemos, nada cambiará en nuestras vidas. En cambio, en el TLC están en juego cientos de miles de empleos en el campo, la posibilidad de mantener medicamentos genéricos accesibles y la seguridad alimentaria, entre muchas otras cosas. Si se firma y perdemos, ¡está en peligro el presente y el futuro del país! Ganar en el Tratado de Libre Comercio no es cuestión de "optimismo" o de ir con "actitud ganadora", como sostienen los empresarios. Es una cuestión de números: si las empresas agroexportadoras estadounidenses tienen tecnología de punta y fortísimos subsidios estatales, ¿cómo se supone que los pequeños campesinos ecuatorianos van a salir ganando? ¿Siendo "optimistas"? Esto se llama, en pocas palabras, IRRESPONSABILIDAD con el país.

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http://cedhu.org/html/modules.php?name=News&file=article&sid=288

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