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Migración e Imperio





Los gobernantes de EEUU preparan su guerra. Perdidas la inhibición y el disimulo de décadas pasadas, sin un contrapoder real a escala mundial y con su economía en franca recesión, el complejo militar-industrial, petrolero y biotecnológico norteamericano emprende una cruzada duradera de vocación imperial.

El 11 de septiembre, cuya espectacular barbarie provocó el olvido de otras y mayores barbaridades cotidianas, como el hambre, las enfermedades, el saqueo ecológico y la perpetua violencia sobre los desposeídos, sirvió para inyectar el miedo a la sociedad de EEUU y justificar a partir de entonces el despliegue arrollador del mayor poder militar y económico de la historia. Secundado por gobiernos aliados serviles, el Imperio se dispone a aplastar sucesivamente a los Estados canallas que lo incomodan, comenzando por Irak y, ya de paso, rebañando su riqueza petrolera y advirtiendo al resto de las consecuencias de afrontar su ira. Nada se dice sobre los otros canallas que resguardan el patio trasero.

Pero el rostro del miedo no es lejano. Vive clandestino y cercano en el corazón del monstruo globalizante y en su periferia acomodada. Está en las casitas en condominio y en los subsuelos de los rascacielos de negocios. El miedo tiene cara morena, lo provoca “el otro”, el diferente, el “migrante” que limpia las alcantarillas de la opulencia, el excluído... mano de obra barata y necesaria, imprescindible y prescindible según el momento, que intenta sobrevivir y traspasar los muros que piedra a piedra se levantan en las fronteras para contener la miseria desbordante de los suburbios del Imperio.

El migrante, el diferente, el “otro”, controlado y perseguido en nombre de La Seguridad. Palabra mágica que invoca el miedo y permite maniatar las conciencias, cercenar la libertad y aplastar las disidencias. Seguridad que se extiende como aceite sobre el agua, de EEUU a Europa y Australia, expresándose en un contexto de severas leyes de extranjería, criminalización, racismo y xenofobia a través de muros, alambradas, cárceles, ejércitos y censuras... Pese a todo ello, aún nos queda espacio para la resistencia.


Editorial del nº 7 del Boletín Huellas

Febrero de 2003



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Asociación de Inmigrantes Ecuatorianos en Catalunya
para la Solidaridad y la Cooperación





 
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